El Málaga se va a Segunda de manera triste y estrepitosa. Su descenso es una historia escrita. Lo doloroso ahora es cómo lo está haciendo. Si lo de Butarque es el trailer de su final, a los aficionados blanquiazules les aguarda lo peor del año: un circo lleno de enanos, una dolorosa agonía. El Leganés fue otro equipo más que sacó tajada de ese proceso de autodestrucción.
El primer número circense tuvo a un asistente por león sin domar. En clamorosa posición antirreglamentaria, más de dos metros adelantado, Diego Rico puso un delicioso centro para que Eraso cabeceara a gol en primer línea de batalla.
El Málaga no descenderá por los colegiados, pero este tipo de impactos cuando apenas queda escudo suponen pesadísimas cargas para la mochila.
Quedó constatado en el 2-0, apenas llegado el primero. El Leganés, que pareció haber recuperado todas las sales minerales súbitamente, se estiró con un contragolpe de sus mejores hombres, la dupla marroquí; Amrabat disparó un tiro que llevaba marchamo de parada. Sin embargo, el segundo número de la noche fue el del saltimbanqui: la bola botó en el césped y superó el guante de Roberto.
La impotencia y otra remesa de cambios raros de José González tiró al Málaga al ataque. Más bien, al vacío, porque dio autopistas para que el 'Lega' contragolpeara.
En-Nesyri volvió a demostrar que es un absoluto negado en remates de cabeza y tanto El Zhar como Beauvue intentaron pescar su gol. Pero no hubo manera.
Dos tendencias distintas
Si el Málaga está en proceso de descomposición, el Leganés cazó la victoria que evita las dudas. La racha de cinco partidos sin triunfo se quebró para quedarse a la orilla de los 40 puntos con once partidos por delante.
Al Málaga ya sólo le queda la calculadora. Pero nadie es capaz de apretar botones. Ni Alberto Bueno, que fue titular por primera vez. Ni Rolan, con dos ocasiones muy claras en tres minutos. Tampoco José González, que suma dos pírricos puntos en un inicio de artificio.
El suplicio que se le viene a los andaluces en el tramo final de competición, en el que está por ver si incluso es capaz de ganar un mísero partido, es inversamente proporcional al viento a favor con el que Leganés puede llegar al final de una temporada mágica: semifinales de Copa del Rey y nueva sesión de bíceps en la élite del fútbol.