El Málaga sonríe, el Málaga funciona. Enorme actuación de los de Pellicer ante un Zaragoza que, la temporada pasada, opositó al ascenso. Los cambios en el once fueron claves para resolver la falta de pólvora del equipo. Los maños apretaron durante toda la segunda mitad y encontraron premio en la ley del ex que aplicó Adrián.
Pasó todo lo contrario en el ataque blanquiazul. Sus efectivos metieron las más claras, sobre todo gracias al buen nivel de Chavarría, que abrió la lata con un gran testarazo y dio la asistencia del segundo, obra de Caye Quintana. Yanis Rahmani, que habilitó a Pablo en el primero, hizo un partidazo y derrochó calidad.
En la sala de máquinas, el rendimiento también fue notable. El entrenador propuso un centro del campo con Escassi, Luis Muñoz y Ramón, dejó fuera a Cristian Rodríguez y le salió bien. El '8' y el '30' construían; el '23' destruía. Atrás, sólido Juande, cuyo acompañante, Mejías fue de más a menos. El menos acertado fue Calero: Carlos Nieto hizo lo que quiso por su banda.
El lateral fue un puñal y el Zaragoza lo aprovechó para volcar por su carril la mayoría de sus ataques. Zanimacchia se entendió bien con él antes de ser sustituido y, cuando entró Vuckic, este hizo lo propio más pegado al área. Eso sí, el que más se mereció marcar fue Narváez, que intentó ver puerta de todas las formas posibles y presumió de un sobresaliente rendimiento.
Tuvo que conformarse con dar la asistencia para que aplicara la ley del ex Adrián, que no celebró recortar distancias ante su ex equipo, en el que fue capitán. Su diana obligó al Málaga a hacer ajustes para blindar su portería y dar un paso adelante de cara a los minutos finales: no era concebible seguir encerrados atrás.
Y la jugada le salió perfecta: los maños no volvieron a poner en apuros a Soriano. Actuación correcta del guardameta, dicho sea de paso, que le quitaba la titularidad a Dani Barrio. Rubén Baraja se va con la asignatura pendiente del gol; Pellicer, con tres puntazos.