Un gran Donnarumma, durante la primera mitad, evitó lo peor. El Udinese se adelantó con gol de Armero, pero el joven cancerbero del Milan neutralizó hasta cuatro goles relativamente cómodos del rival. Los 'rossonneri' no estaban en el partido y sentían la presión rival.
En la segunda mitad, el Milan se asentó en el encuentro y fue encontrando sensaciones. Especialmente, gracias a un enrachado Niang, que consiguió el empate y a punto estuvo de darle la vuelta al partido.
Como pudieron hacerlo Balotelli, Baca o Boateng, que en los últimos cinco minutos de encuentro surtieron de ocasiones al equipo de Mihajlovic. El Milan se quedó con la miel en los labios; la de la victoria y la de Europa.