El nuevo Real Madrid de Julen Lopetegui le sigue cogiendo poco a poco el tono a la competición liguera. No deslumbra, pero ya está con el Barcelona en la cima y puede decir que no falla donde fallaba hace un año.
Y no porque la película fuera distinta en Montilivi. El Girona salió de nuevo mandón y le planteó más de un disgusto al equipo blanco en una primera mitad en la que los de Eusebio fueron ligeramente superiores.
Sufrieron Lopetegui y los suyos y fue en gran parte por el pésimo estado de forma que aún presenta Marcelo. El lateral, tras un largo verano con el Mundial y las vacaciones, demostró que aún le falta tono físico y dio vida a un Girona que aprovechó su flanco con el eléctrico Portu de manera constante.
Ausente Stuani, fue el 'Choco' Lozano el que se convirtió en perfecto socio del menudo Portu. Entre ambos crearon más de un problema a la zaga blanca y de una pared frustrada salió la internada del hondureño que, tras un rechace, acabó transformando Borja García en el 1-0.
Ver para creer, el Real Madrid, con la lección aprendida de la pasada campaña, volvía a hincar momentáneamente la rodilla ante los rojiblancos, mucho más vivos y con más hambre.
Mientras los blancos se desangraban por las pérdidas en el centro del campo y la poca autoridad de Marcelo, el Girona fue dando vida al Madrid, perdonando ocasiones relativamente claras. Dos pases de la muerte de Portu no encontraron rematador y el Madrid salió reforzado, empatando a las primeras de cambio.
Fue curiosamente en un contragolpe, que primero Bono salvó de manera milagrosa y luego Muniesa convirtió en una segunda oportunidad al cometer un absurdo penalti sobre Asensio. Ramos no perdonó y se postuló como nuevo tirador de los blancos con un remate 'a lo Panenka' excelso.
No hubo mucho más en la primera parte, que ya acabó con el Girona pidiendo la hora ante una avalancha madridista que se produjo más por coraje y ganas que por buen juego.
Un Girona de bandera blanca
Tras el paso por los vestuarios, el Madrid intensificó su dominio y encerró al Girona, que cada vez fue dando un paso más atrás no por su propia convicción, sino por obligación.
Los gerundenses prolongaron lo inevitable con una nueva parada milagrosa de Bono ante Bale, pero no podrían hacer nada ante un nuevo error inexplicable de la zaga rojiblanca. Se durmió Pere Pons e intentó regatear en el área, pero le arrebató el balón Asensio y no le quedó más remedio que derribarle.
Ramos le cedió el lanzamiento a Benzema y el francés no perdonó, dando pie a una goleada que terminó por producirse en los últimos compases.
Fueron los mejores minutos blancos y probablemente una buena prueba de lo que Julen Lopetegui espera conseguir cuando lleve unos meses de trabajo con el equipo.
El 1-2, y sobre todo la forma en que se produjo, fue una losa dura de levantar para el Girona, que vio enterradas sus opciones con la entrada de Varane por Marcelo y el desplazamiento de Nacho a la banda, donde el internacional español tuvo bajo control a un Portu cada vez más cansado.
Con el viento a favor, crecieron Isco y Bale y estuvo especialmente activo y efectivo Benzema. El galés haría el 1-3 al contragolpe después de una gran acción de Keylor Navas y se lo dedicó con un gesto que podría dar que hablar en los próximos días.
Benzema, por su parte, cerró la goleada con su segundo tanto después de una asistencia de Bale, que después de todo lo hablado durante la semana parece que recoge el testigo de Cristiano.
Con dudas y un comienzo que seguro que a Lopetegui le da que pensar, el Madrid acabó poniendo un final feliz al cuento que comenzó la pasada campaña en Montilivi y que tuvo un epílogo inesperado en su primer capítulo.