Puede que Johan Cruyff nunca dijese la conocida frase ("le quiero en mi equipo"), pero ¿y después del gol que iniciaría una brillante carrera? Sin duda, encajaba.
En ese entonces, Stoichkov era un joven y desconocido jugador de 23 años que militaba en el CSKA de Sofía, pero batió a Zubizarreta con una vaselina desde larga distancia en la ida de semifinales de la Recopa de la UEFA en el Camp Nou, en 1989.
Ese gol sería lo que catapultó a Stoichkov al Barça, que ganó ese encuentro por 4-2 y venció 1-2 al equipo búlgaro en la vuelta. Cruyff confesaría, tiempo después, que no sólo fichó al futbolista por esa vaselina.
"Claro que sabía de él antes de eso. Le había visto y le fiché no sólo por sus goles, sino por su carácter y su mentalidad. Estaba buscando exactamente esa clase de jugador. Tiene un carácter fuerte, todo el mundo sabe eso. Yo necesitaba mucho esa personalidad. Era rápido, inteligente. Marcaba goles, pasaba el balón y tenía un instinto matador frente a la portería", aseguró.
Así, Stoichkov llegó al Barcelona en verano de 1990 y se convirtió rápidamente en una figura, tanto por sus goles como por su carácter, como vaticinaba Cruyff.
El jugador había sido sancionado de por vida por ser cómplice de los altercados generados durante la final de la Copa de Bulgaria de 1985 entre el CSKA y el Levski Sofia, pero la sanción fue levantada un año después.
Penev, nuevo entrenador entonces del CSKA, alabó su habilidad para usar sus atributos de la mejor forma posible, su letal izquierda, su juego directo y su velocidad.
Técnico y jugador se reunieron tras el fichaje de éste último por el Barcelona y Stoichkov fue el máximo goleador de la Copa Mundial de la FIFA 1994 junto a Oleg Salenko. Además, el ex del Barça fue el primer y único búlgaro en ganar el Balón de Oro ese año.
Uno de los goles más recordados en la historia del fútbol y de ese torneo fue el que el delantero marcó en los cuartos de final frente a Alemania.
Su carácter y su rendimiento en los terrenos de juego le llevó a ser admirado por técnicos de primera fila como Beckenbauer, que afirmó que era el mejor futbolista búlgaro por encima de Krasimir Balakov, Yordan Letchkov, Emil Kostadinov, Georgi Asparuhov y Hristo Bonev.
Mourinho se cruzó por primera vez con él en los años 80, pero aún recordaba aquel día. "Le vi por primera vez en un torneo en Setúbal a finales de los años 80 y él, junto a Kostadinov y Luboslav Penev, hicieron pedazos a mi equipo. En ese entonces era muy joven, pero sorprendente. Después con el Barcelona fulminó al Oporto en las semifinales de la UEFA Champions League 1994, cuando yo era asistente de Sir Bobby Robson", afirmó.
"En 1996, como asistente en el Barcelona, hablé con él ya que Bobby Robson le quería de vuelta desde el Parma. Su motivación y su clase eran fenomenales. Es por ello que pertenece a un selecto grupo de gigantes del fútbol", añadió el técnico luso.
El día 20 mayo, en el estadio Sofia Vasil Levski, Bulgaria reconocerá el impacto que Stoichkov ha tenido en el país y en el mundo del fútbol celebrando un partido en el que estarán Maradona, Romário, Roberto Baggio, Mijatović, Gianfranco Zola, Jean-Pierre Papin, Gheorghe Hagi y Dejan Savicević.