Adiós a la Champions. El Mónaco de Leonardo Jardim pasó por encima de un Villarreal que apenas pudo inquietar al Louis II. El Mónaco, merecido participante de la próxima edición de la Champions League.
Ni la excusa del penalti inexistente tiene el Villarreal. La pena máxima que convirtió con maestría Fabinho no era tal. El árbitro decretó mano lo que era un balón en la espalda del defensa amarillo.
Tanto da. Llegó en el minuto 87 y hasta el mismo el Mónaco había dado una lección de solidez y frescura a un Villarreal un tanto deprimido desde la marcha de Marcelino. El 1-0, aun siendo injusto, confirma que entre ambos conjuntos existe diferencias de nivel a día de hoy.
El Villarreal ya lo tenía difícil desde el comienzo. El 1-2 de la ida era una cuesta empinada, pero no imposible. A los pocos minutos del encuentro se confirmó que el Mónaco no salió a especular. Germain, dese el punto de penalti, dio el primer susto a Asenjo.
Pato, muy lejos del niño que maravilló al Milan, estiró al conjunto de Escribá con un par de carreras insuficientes. Falló el Villarreal en una suerte que domina Soldado, en la definición. Santos Borré pudo abrir la lata antes del descanso y dar argumentos al milagro, pero, solo ante Subasic, defraudó con un incomprensible disparo con el exterior.
El Villarreal se vino abajo
En la segunda parte, el Mónaco, perfectamente dominador de la situación gracias a un Fabinho poderoso y un Bakayoko omnipresente, se limitó a esperar. El Villarreal no hizo ni cosquillas.
Apenas sudó Subasic en la segunda parte. Con la bandera blanca ondeando, llegó el gol del Mónaco. Tan inexistente el penalti como justa la clasificación del Mónaco. El Villarreal tendrá que conformarse con un segundo plato llamado Europa League.