Muchos se quejan de la tardanza del VAR para revisar jugadas, pero, aquí, no hizo falta. Fue el árbitro el que alargó hasta la saciedad un penalti. Llegaron a pasar seis minutos desde que se pitó hasta que se mandó al fondo de las mallas y pasó de todo en el transcurso.
El colegiado concedió la pena máxima y expulsó al futbolista que cometió la falta. Este, dentro del área, pareció soltarle un codazo al jugador que iba a rematar de forma acrobática un centro lateral. Se desataron las protestas, que acabarían yendo más.
Todos se prepararon para tirar el penalti. El lanzador, el portero, los rivales, los compañeros... Pero no había manera. El árbitro estaba empecinado en que nadie rebasara la línea de la frontal y, en sus discusiones con los futbolistas para que no lo hicieran, repartió dos amarillas.
Por lo de que se metieran en el área antes de tiempo, llegó a mandar que se repitiera el lanzamiento hasta en tres ocasiones. De ahí que se alargara tanto la acción. Duró seis minutos la controversia. El partido acabó con 2-1 para el Torreense ante el Anadia.