Nacido en Muggia el 28 de abril de 1967, Hübner comenzó su carrera en el Pievigina, un modesto equipo que le dio su primera oportunidad en verano de 1987.
A partir de ese momento, y hasta el 2011, año de su retirada, el delantero pasó por el Pergolettese, Fano, Cesena, Brescia, Piacenza, Ancona, Perugia, Mantova, Chiari 1912, Rodengo Saiano y Orsa Corte Franca, hasta colgar las botas con 44 años.
En 1992, en las filas del Fano, logró ser el máximo anotador de la Serie C1, mientras que cuatro años más tarde, ya defendiendo el escudo del Perugia, hizo lo propio en la Serie B.
Con 35 años, en la campaña 2001-02, se proclamó 'capocannonieri' de la Serie A empatado con David Trezeguet a 24 tantos. Los datos que existen se corresponden a sus participaciones en las dos primeras divisiones del fútbol italiano, en las que anotó 190 goles en 377 partidos.
En 2002, cuando pertenecía a las disciplina del Piacenza, equipo con el que se destapó como goleador nacional, acudió a una gira americana con el todopoderoso Milan. Los 'rossoneri' eran entrenador por aquel entonces por Carlo Ancelotti, que protagonizó una curiosa anécdota con Hübner.
El Milan jugaba ante la Selección de Ecuador cuando, llegado el descanso, 'Carletto' se dirigió hacia el vestuario para dar algunas indicaciones. Al llegar, no encontraba por ninguna parte a Hübner, por lo que le preguntó por él a Abbiati.
"Míster, está en el baño", respondió el portero. El resto de la historia la cuenta el propio Ancelotti: "Abro la puerta y veo que estaba fumando un Marlboro con una lata de cerveza al lado que había traído del hotel", recuerda aún sorprendido el entrenador.
"Le dije: 'Pero Darío, ¿qué haces? ¿Te estás jugando un puesto en el Milan y vienes a beber y fumar al vestuario? ¿Cómo vas a jugar la segunda parte?". Hübner lo miró fijamente y le respondió, de forma muy natural: "Sinceramente míster, llevo toda la vida haciendo lo mismo y, si no lo hago, no rindo bien".
"Segundo, por lo que respecta al Milan, solo he venido por la publicidad para alargar mi carrera dos o tres años más. A estas horas suelo estar en mi pueblo tomando el fresco", siguió exponiendo el delantero.
"Y tercero, ¿quiere un cigarro?", le ofreció a Ancelotti. El propio técnico no pudo aguantar la risa: "Todo el vestuario, incluso yo mismo, rompió a reír. Así era Darío, genuino al máximo. Solo pensaba en estar en paz consigo mismo", relató.
Un jugador de los de antes. De aquellos que, a buen seguro, hubiesen llegado más alto de haberse adaptado mejor. Habrían sido mejores jugadores, sí, pero peores leyendas. Hübner sólo hay uno. Y quedará para la historia.