El AEK había ganado la Superliga Griega, en parte por la propia culpa del PAOK, que se pegó un tiro en el pie tras otro hasta que 'regaló' el título a los atenienses.
La Copa decidió que los de Salónica pudieran intentar vengarse de aquella afrenta. PAOK y AEK se citaron en la final copera, y el encuentro estuvo a la altura de lo esperado.
Si el duelo liguero terminó suspendido y con resultado de 0-3 para los atenienses, tras la invasión de campo del presidente de los albinegros, pistola en mano, a éste le faltó ese toque dramático.
Venció 0-2 el PAOK, con goles de Vieirinha y Pelkas, ambos en la segunda parte, en un partido que terminó con tres expulsados, Mauricio por roja directa, y Vranjes y Fernando Varela por doble amonestación.
El AEK vio cinco amarillas, el PAOK vio seis. Una de las rojas fue para los primeros, las otras dos, para los vencedores. Había algo más que la Copa en juego, está claro. Y lo más surrealista estaba por venir.
Por su 'incidente' en el duelo liguero, el presidente del PAOK, Ivan Savvidis, fue suspendido por la Federación. Se le prohibió acercarse a un recinto deportivo, por lo que no pudo presenciar la final. No vaya a ser que le volviese a dar por bajar armado al terreno de juego.
No estuvo en persona, pero sí en espíritu. Sus jugadores demostraron sentirse identificados con él, pues en las celebraciones sobre el terreno de juego no dudaron en ponerse caretas con el rostro de Savvidis.
Esto también es el fútbol griego. Pasión, violencia, alegría y mucho, mucho sarcasmo, todo ello condensado en 90 minutos de implacable intensidad.