El lector que se conecte y de repente encuentre un 5-1, podría imaginar un dominio aplastante del Real Madrid ante un Legia que sobrevivió colgado del larguero. Pero nada más lejos de la realidad. Los polacos llegaron al Bernabéu con ganas de liarla, dentro y fuera del campo.
Primero sus radicales, que hicieron la vida imposible en los aledaños del bernabéu. Después el equipo, que dio la cara en todo momento y aceptó carearse con el Real Madrid en un ida y vuelta que nunca suele rechazar el conjunto blanco.
Pese al intercambio de tiroteos, el 3-1 al descanso no parecía que hubiera sido una mala decisión por parte visitante. Cristiano mediaba con su desesperación gracias a las asistencias. El portugués se fue sin marcar y con una amarilla a cuestas. No fue su noche, aunque tuvo su incidencia en el partido.
Bale se fabricó el primero con un gol marca de la casa. Instantes después, Marcelo se aliaba con un defensa para hacer el segundo. La cosa pintaba a goleada humillante, pero el Legia siguió firme con su idea. Llegaba cómodo al área y en una de esas aprovechó la habitual torpeza de Danilo, titular hoy, para forzar un penalti.
Radovic no desperdició el escaparate del Bernabéu y acortó distancias poco antes de que Asensio hiciera el tercero. En los vestuarios había mucho que decir. Sobre todo por imagen. El área de Keylor salió en televisión muchas más veces de las que Zidane habría deseado.
El Madrid sólo encajó un gol sin apenas defender
Pero el guión apenas cambió tras el descanso. Hipotético dominio blanco, e intercambio de contragolpes. Poco daño recibió el Madrid para las constantes superioridades con las que se plantaron los polacos en su área. Sin embargo, la pegada es la pegada. Y a los blancos le sobra. Incluso sin Benzema Y Cristiano, que completaron un ejercicio de negación ante el gol bastante evidente.
Cuando la cosa empezó a ponerse pesada, Zidane movió en el banco. Tocó descanso para Bale y para un recién recuperado James. Morata y Lucas Vázquez dentro. Ganas por doquier ante el conato de aburrimiento.
Entre ambos, se fabricaron el 1-4. Centro del delantero y remate del extremo. Fácil. Amenazaban los blancos con un acelerón final, pero Cristiano quería un gol que le estaba negado. Tampoco ayudó el par de buenas intervenciones de Malarz, que se empezó en que Benzema no marcara.
Aun así, hubo tiempo para el quinto. Cristiano, que había asumido ya que no marcaría, le brindó el tanto a Morata para completar la faena. El Madrid goleaba andando, sin casi defender y pensando que lo bueno viene en la Liga. El Legia, salió goleado y con la cabeza alta. Todos contentos... menos Zidane y la Policía.