El Wolfsburgo borró de un plumazo la imagen del Real Madrid imponente y triunfador del Camp Nou y lo redujo a la mínima impresión, a ese equipo triste que tan pocas alegrías le ha dado a los suyos esta campaña.
Y lo hizo en un encuentro de contrastes, en el que el Real Madrid pudo adelantarse con un gol anulado por justísimo fuera de juego a Cristiano Ronaldo cuando aún no se habían cumplido dos minutos de juego, pero en el que los de Zidane también volvieron a ser un equipo frágil en defensa durante muchos minutos, especialmente en la banda de un desastroso Danilo.
El choque, que en la primera mitad dio la sensación de poder caer para cualquier lado, pasó de un posible penalti a Bale a uno real a Draxler, que Ricardo Rodríguez transformó en el 1-0 para poner en ventaja a los locales.
Antes, Benzema, que se iría lesionado poco después, había estado también a punto de hacer el 0-1 en una jugada en la que ridiculizó a Dante, pero en la que se encontró con un Benaglio infranqueable. El suizo, que también se anticipó a Cristiano Ronaldo antes del 0-1, culminó un partido impecable en este choque de ida de los cuartos de final.
Nuevo escenario.
El Real Madrid, que esperaba una victoria plácida en el Volkswagen Arena, tuvo que ponerse de repente el mono de trabajo, y es que ya no valían los contragolpes del Camp Nou. Al contrario, los que salían fulgurantemente a la contra eran los locales, que iban a hacer aún más grande la herida con el segundo tanto, anotado tras un nuevo eslalon mágico de Draxler, que sirvió para que Bruno Henrique le pusiera el pase de la muerte a Arnold.
El 2-0 dejó k.o. al equipo de Zidane por unos instantes y tanto Schürrle, con un chut a las manos de Keylor, como Draxler, con un disparo muy desviado, pudieron hacer un tercero que hubiera sido decisivo. También pudo acortar distancias Benzema en su última ocasión antes de ser reemplazado por Jesé, pero el francés, tal vez ya con problemas físicos, envió muy desviado el excelente servicio de Bale en un remate poco ortodoxo de cabeza.
El galés, el mejor del Real Madrid en el partido, generaba constantes superioridades por la izquierda y lo iba a seguir haciendo en la reanudación, pero el club blanco nunca supo entender que tenía que volcar hacia su banda los ataques y se fue diluyendo con el paso de los minutos.
Ganas... y poco más.
La segunda parte fue aún más decepcionante para un Madrid que nunca encontró la manera de crear verdadero peligro a los locales. Cristiano no estaba fino y sus remates se perdían muy lejos de la portería de Benaglio, mientras el Wolfsburgo se prodigaba cada vez menos al ataque, pero daba una sensación de peligro terrible.
Buscó la sorpresa -y tal vez contentar a los suyos- Zidane con el cambio de Isco por Modric, pero el Real Madrid no encontró la magia necesaria para remontar el partido en las botas del malagueño más allá de un pase entre líneas al que llegó con suma rapidez Benaglio ante Cristiano Ronaldo.
Sin el croata, el Madrid perdió la brújula y aún tuvo que ver cómo Schurrle y Kruse, en sendas contras, pudieron dejar el pase a las semifinales más que sentenciado.
No está muerto el Madrid, pero sí que tendrá que recurrir a la mítica del Bernabéu para salvar un nuevo error -el enésimo- esta temporada fuera de casa.