En cuestión de desastres, de partidos tirados por el sumidero de forma inexplicable, el Arsenal es uno de los equipos que se lleva la palma. En Rennes, el choque deambulaba con ventaja en el marcador para los de Emery... hasta que Sokratis metió la pata.
Dos faltas, dos amarillas. La segunda, absolutamente evitable. El Arsenal se quedó con diez y ahí cambió todo. El Rennes olió sangre y se fue a por la remontada, que acabó consiguiendo de forma merecida. A los 'gunners' solo les toca apelar al empuje de los suyos en el partido de vuelta.
Y eso que el choque comenzó de la mejor forma para el Arsenal, que a los tres minutos se adelantó gracias un gol de Iwobi. El centrocampista se quedó a medias entre el centro al segundo palo y el remate, lo que despistó a zaga y guardameta hasta convertirse en el 0-1.
El partido se alteró y se puso precioso para el espectador, con continuas llegada de ambos equipos. Eléctrico, con ritmo y con dominio a los puntos del Arsenal. Sin embargo, llegó la expulsión de Sokratis y el premio doble instantáneo para el Rennes.
Porque, tras lanzar la falta que supuso la roja para el 'gunner' a la barrera, Bourigeaud golpeó el esférico de forma excelsa con el pie derecho. Potencia justa, efecto endiablado. Resultado: un golazo para el 1-1.
Emery no fue capaz de tratar las grietas en la segunda parte y en el 65', Nacho Monreal mandaba a su portería un centro desde la derecha. Golpe duro al que pudo responder Özil, pero su tímido disparo se fue al centro. Con el Arsenal conteniendo y el Rennes dando gracias por el 2-1, Sarr cabeceó en el segundo palo en el 88' y dejó al Arsenal al borde de la eliminación.