Aquel día fallecieron 96 aficionados del Liverpool por lo que a todas luces fue un homicidio imprudente, fruto de una pésima planificación de seguridad.
La culpa inicialmente se trató de volcar sobre las propias víctimas, pero en esta ocasión no hubo incidentes violentos en las gradas. El estadio de Hillsborough, en Sheffield, nunca debía haber acogido aquel partido.
Las gradas estaban abarrotadas y el responsable del dispositivo de seguridad, el entonces comisario David Duckenfield, para desahogar el tapón que estaba formándose en los tornos de acceso, abrió una nueva puerta.
Y eso provocó justo el efecto contrario. Una avalancha de aficionados provocó la muerte de 93 seguidores del Liverpool, y 766 fueron heridos de diversa consideración.
Desde entonces, los familiares de las víctimas ha exigido que se haga justicia. La Policía, en un cobarde acto de autoprotección, culpó a las víctimas, una mentira que ni la publicación del 'Informe Taylor' logró erradicar del todo.
David Duckenfield fue considerado responsable de la tragedia, y juzgado por homicidio por negligencia grave, pero el jurado, compuesto por diez personas, fue incapaz de dar un veredicto sobre su culpabilidad.
Ahora, Duckenfield volverá a ser juzgado por la matanza. "Estamos encantados. Es lo que hemos estado esperando", afirmó John Traynor a la 'BBC'. John perdió a sus hermanos Christopher y Kevin aquel fatídico día de abril de 1989.