Pese a todo lo que había en juego, el Seattle Sounders salió desde primera hora con hambre y ganas de querer el partido. En vez de especular o tratar de jugar de una manera cautelosa, los locales, arropados por su público, se fueron al ataque desde el primer minuto de juego.
El empuje de Seattle provocó que Dallas tuviera que medir sus incursiones ofensivas y, replegado, esperar a las contras, pero, pese a que en la primera mitad se vieron ocasiones por parte de ambos conjuntos, el marcador se fue sin estrenar al descanso.
Eso sí, una vez que salieron los jugadores por túnel de vestuarios nadie se podía imaginar lo que estaba por venir. Un aluvión de goles azotó a Dallas. Valdez, en el minuto 50, y Lodeiro, por partida doble, cinco y ocho minutos más tarde, dibujaron un improvisado 3-0 que permaneció hasta el momento final. Un momento de inspiración divina y futbolística que, sin duda, bien podría valer un título.
Aunque no todo está hecho... ahora queda la vuelta. Que el Seattle no fue a la final podría catalogarse de, como mínimo, hecatombe, pero esto es fútbol y, en el fútbol, no hay nada imposible.