El Sevilla ha dado con la tecla ofensiva. Tras varios partidos de dudas, el cuadro hispalense se ha encaramado a la élite de la tabla aprovechando también los pinchazos de rivales directos.
Esta vez fue el Eibar el que sufrió la ira del Sevilla. Avisó primero el conjunto 'armero' en Ipurua de la mano de Orellana. El chileno, que volvía a la titularidad, buscó la escuadra de Vaclík en los primeros minutos.
Poco juego ofensivo tuvo el partido en los primeros 45 minutos. Mandó más el centro del campo del conjunto vasco, pero no era capaz de desarmar la armadura que había puesto el cuadro sevillista para salir a la contra.
El plan de Machín estaba claro. Ante la falta de espacios, el Sevilla decidió quedarse atrás y buscar la contra. Lo hizo con Ben Yedder y André Silva. Hasta en dos ocasiones pudo adelantarse el cuadro local, pero no hay hombre más en forma en el Eibar que Dmitrovic. Gran parte de sus puntos se los deben al arquero.
Todo cambió tras el paso por vestuarios. André Silva, pichichi en solitario de LaLiga, volvió a dar trazas de calidad en un nuevo tanto del portugués. El luso, ante el centro de Navas por la derecha, no pudo hacer más que darle de tacón para abrir la lata.
Se mascó la tragedia
Si el encuentro se había animado en los primeros minutos de la segunda mitad, todo quedó en vilo tras el segundo tanto del Sevilla, obra de Banega de penalti. El argentino se acercó a la zona donde se encontraban las decenas de seguidores hispalenses, pero nadie esperaba lo que pasó a continuación.
La grada situada detrás de la portería de Dmitrovic cedió ante el ímpetu de los aficionados del Sevilla. Se vivieron momentos de tensión, con dos personas teniendo que ser atendidas y trasladadas en camilla. Por suerte, todo quedó en un susto y el encuentro pudo reanudarse variso minutos después.
El choque se enfrió tras la caída de la valla. El Eibar quería llegar al área de Vaclík pero no podía. Le faltaba ímpetu para sobrepasar la poblada defensa del Sevilla, esta vez con cinco atrás sin necesidad de correr con Navas y Arana.
Banega, que ya había marcado de penalti, sentenció ya en el descuento. Potente derechazo del argentino que se coló en la portería de Dmitrovic. Cuando ya estaba a punto de pitar el colegiado, Joan Jordán marcó el gol de honor del Eibar en las postrimerías del duelo.