El arranque del Sevilla en el Arena Lviv fue intimidatorio. Amilanó al Shakhtar y consiguió un gol que complicaba mucho la eliminatoria a los ucranianos.
Pero la respuesta de los hombres de Lucescu fue espectacular. Capitaneados por el talento y la maestría de Marlos, el Shakhtar consiguió darle la vuelta al marcador antes del descanso.
Primero gracias a una gran definición del propio Marlos y después con un testarazo de Stepanenko, tras servicio del brasileño, que fue un quebradero de cabeza para la defensa sevillista.
El descanso sentó bien a los de Emery, que vieron como estuvo a punto de llegar el tercero en varias ocasiones.
El talento de Banega empezó a resurgir con el paso de los minutos, y la escalofriante lesión de Krohn-Dehli sirvió para terminar de espolear a un Sevilla que funcionó cuando los buenos se encontraron.
Banega-Vitolo y Gameiro habían avisado en un par de ocasiones, hasta que el canario recortó de forma magistral en el área y fue derribado por el lateral ucraniano. Penalti sin discusión que transformó Gameiro para lamento de Lucescu en el banquillo.
Ese gol valía medio billete a Basilea. Lo sabía el Shakhtar y lo intuye un Sevilla, que con la prudencia necesiaria, tendrá que rematar la faena en el Pizjuán para alcanzar una histórica tercera final consecutiva.