Ambos equipos salieron con una intensidad parecida al verde de Ipurúa y ahí, en igualdad de condiciones, la calidad individual del Sevilla comenzó a imponerse durante los primeros compases. Ganso, que se apagó a la media hora, y Kranevitter movían a su antojo el eje de la medular, haciéndole el trabajo mucho más fácil a los atacantes hispalenses.
Pero el destino comenzó a castigar al Sevilla desde el primer cuarto de hora. La defensa del cuadro sevillista comenzó a fracturarse con la marcha de Rami en el primer cuarto de hora a causa de una lesión muscular.
Tras la salida del francés, el Eibar se vino arriba y estuvo muy cerca de marcar el primer gol con un disparo de Bebé que sacó sobre la línea Carriço. El balón le llegó al centrocampista del cuadro local por un error de Kolo en un despeje, un error que dejaba ver el bajo nivel de concentración del Sevilla.
Sin embargo, fueron los de Sampaoli los primeros en adelantarse. Lo hicieron gracias a una genialidad de un Kiyotake que, viniendo desde el carril del '10', arrastró a Gálvez y Lejeune y le dejó el gol a Vietto en bandeja de oro.
Poco después del gol, todo pareció venirle de cara al Sevilla, que vio como el Eibar se quedaba con 10 por una roja infantil a Yoel. El guardameta salió como un loco a cortar una contra y se llevó por delante a Correa. Una acción muy innecesaria.
Pero los grandes se crecen en las situaciones difíciles y, aupados por el aliento de Ipuría, los guerreros de Mendilibar, que fue expulsado a la vez que Yoel por protestar, se pusieron como objetivo puntuar... y lo lograron.
Una magistral subida de Luna por la banda izquierda acabó con Pedro León celebrando el tanto del empate. El ex del Getafe recibió el pase del lateral y, tras controlar con mucha calidad, dejó sentado a Sirigu.
Tras el tanto del empate, el cuadro andaluz se vino aún más abajo y los locales trataron de sacar petróleo. Si alguien mereció los tres puntos, fueron ellos, ya que aguantaron estoicos hasta el final. Dani García se marchó a la calle a falta de cinco minutos, pero ese nuevo golpe moral no fue una excusa para dejar de atacar a un borroso Sevilla que tendrá que dar gracias a la suerte por haberse podido llevar un punto de Ipurúa.