Torbellino es la palabra que mejor define la forma de proceder del Mirandés nada más que rodó la pelota. Estuvieron los jugadores claramente superiores a sus rivales tanto en defensa como en ataque y pocas ocasiones concedieron. A la par, no dejaban de llegar a la meta de Álvarez.
De hecho, el meta local tuvo que realizar su primera gran parada en los compases inaugurales ante un disparo de Guridi. Metió la manopla diestra para desviar la pelota en el último momento y salvar a los suyos. Pero de poco iba a servir su presencia en el próximo tramo.
Marcos André estuvo soberbio, en todas, y con una capacidad ofensiva muy lesiva para el Zaragoza. Marcó el 0-1 aprovechando un pase lateral preciso de Merquelanz y le dio al larguero un rato después de cabeza, en plancha, haciendo temblar a toda La Romareda.
En el segundo acto, la película cambió y el conjunto de Víctor Fernández se puso manos a la obra para lograr el empate. Poco a poco, iban avanzando y, cuando mejor estaban, apareció Peña para firmar el 0-2 a la contra gracias a un ataque relámpago de los suyos.
No se amilanaron los locales y persistieron en su lucha. Tras un buen rato bombardeando el área contraria, llegó el premio del gol en forma de un testarazo de Soro que se coló en la meta de Limones con muchísima potencia. El tramo final del duelo fue un asedio.
Pero la zaga de los de Iraola, que fue el sustento principal de la capacidad a la contra que esgrimió el plantel en los primeros 45 minutos, fue la que remachó la victoria en los segundos. Lo intentó y lo intentó el cuadro maño, pero murió en la orilla: 1-2, resultado buenísimo para los de Miranda de Ebro.