Mientra Daniel Levy, uno de los negociadores más duros del Viejo Continente, pelea desde Londres con los grandes monstruos europeos, un gigantesco yate anclado en Bahamas decide el destino de un Tottenham que en los últimos años ha empezado a codearse con los grandes clubes continentales.
El propietario de la imponente embarcación, llamada Aviva III, es el octogenario multimillonario Joe Lewis, considerado en el 2017 por la revista 'Forbes' como el quinto hombre más rico del Reino Unido, ya que se estima que su fortuna esté alrededor de los 5.300 millones de euros.
Como ocurre muchas veces en estos casos, Lewis amasó su fortuna después de crecer de forma humilde. Nacido en el este de Londres en 1937, Lewis abandonó muy pronto los estudios para dar el callo en un restaurante familiar. Allí comenzó a crecer, poco a poco como su Tottenham, hasta que encontró la forma de hacerse notar.
Convirtió el restaurante en una empresa de catering que ocupó buena parte de Londres, abrió otros negocios en diversas partes de la ciudad y mostró las mieles de Londres al turismo norteamericano. Todo se magnificó hasta que, en 1979, Lewis vendió la empresa por alrededor de 30 millones de libras.
Se muda a Bahamas
No quería Lewis que el fisco británico le quitara nada de lo que había conseguido, por lo que decidió poner rumbo a Bahamas, paraíso fiscal caribeño. Su fortuna creció y, aprovechando el 'Miércoles Negro' de 1972, el empresario se alió con el inversor George Soros, consiguiendo aprovechar las dudas en Gran Bretaña llevándose a los bolsillos billones de dólares.
Llevó una operación similar en 1995, cuando el peso mexicano se desplomó, y fue en 2001 cuando se hizo con las riendas del Tottenham. El club no arrancó como él habría esperado, pero en poco más de cinco años comenzó a tomar peso dentro de una Premier que ahora mira asombrada su crecimiento.
Eso sí, a Joe Lewis apenas se le vio por White Hart Lane y dicen que nunca en Wembley, que acogió al Tottenham por las obras en su estadio. Él prefiere quedarse en su yate privado, adornado con cuadros de Piccaso y aderezado con visitas de invitados ilustres, mientras sigue aspirando a romber la banca con un Tottenham que quiere instalarse entre los grandes.