Todo le iba mal al Numancia. Reclamó dos penaltis no pitados, recibió un gol tras uno algo dudoso, tuvo que hacer dos cambios por lesión en 45 minutos y se acababa de quedar con uno menos por la expulsión por doble amarilla de Diamanka.
Íñigo fue el tercer y último cambio que le quedaba a Arrasate, y el muchacho saltó al campo con ganas de protagonismo. Lo buscó con una falta directa, una de sus virtudes, pero lo encontró en esta acción, que pudo haber marcado otro antes y después en el encuentro.
Se encontró en el centro del campo con un balón que se le escapó a un Marcos Llorente muy perdido en términos generales, y cuando echó a correr y alzó la vista, no lo dudó.
Kiko Casilla estaba varios metros fuera de su área, y sin nadie que pudiera tapar su disparo, probó fortuna. Todo Los Pajaritos se puso en pie, y alguno cantó el gol, pero no era el día.
El larguero lo repelió. Íñigo reclamó que el bote fue tras la línea, pero no estuvo ni cerca de la realidad su protesta.
Al final, lo que pudo ser un gol antológico quedó en una anécdota, y en la ocasión que terminó por meter el miedo en el cuerpo al Madrid.
4 de enero de 2018