A los escandinavos les ha tocado bailar con la más fea. Italia ya no es la que era, pero sigue resistiéndose a bajarse del primer nivel. Todo el terreno conquistado a lo largo de su historia cada día está más amenazado y, como pasara en la antigua Roma, uno de los peligros viene de los pueblos del norte.
Un pueblo, el sueco, que en los últimos años ha sabido ser el trono adecuado para aguantar todo el peso y la riqueza de su rey. Un rey que ya no está y con el que es casi imposible aplicar aquello de "a rey muerto...". Sin Ibra, Suecia es otra historia.
Perderse un Mundial puede ser un palo enorme para Italia, que se agarra al buen momento de Immobile para no vivir su 476 d.c. particular. Por su parte, los del norte de Europa andan en una reconstrucción que se aceleraría si toda una generación vive, sufre y celebra una cita mundialista.
Las dos selecciones muestran debilidades, pero que a nadie se le ocurra adelantarse a los hechos. Pobre del que celebrase la caída de aquel majestuoso imperio en los primeros ataques, que comenzaron varios años e incluso siglos antes. ¡Y pobre de aquel que dé por muerta o por inferior a la 'azzurra' a las primeras de cambio!