Dicen que en los grandes campeonatos te tiene que acompañar la suerte. Si no, es imposible levantar un trofeo, por modesto que parezca. Es una máxima que explotó hasta el límite la Libia de Javier Clemente en 2014, cuando se alzó con el Campeonato Africano de Naciones de 2014 sin ganar un solo partido en las eliminatorias y dejando rivales en la cuneta tanda de penaltis tras tanda de penaltis.
El campeonato, una especie de Copa África para jugadores que actúan únicamente en la liga de su país, vio cómo la modesta Selección Libia derrotaba a otros países más potentes y ganaba el título más importante de su historia.
Mientras que en la fase de grupos los de Clemente sí que ganaron un partido (2-0 a Etiopía), el resto de encuentros de los norteafricanos acabaron empate. Cerraron la primera fase con dos igualadas ante Ghana (1-1) y Congo (2-2) y comenzaron las eliminatorias echando en los cuartos por penaltis a Gabón (1-1 y 4-2 en la tanda de penaltis).
Para las semifinales y la final, los libios se olvidaron de los goles, pero sí que debieron de entrenar mucho los penaltis, pues se mostraron infalibles en la definición desde los once metros.
No hubo goles, pero sí una férrea defensa de los de Clemente y dos empates a cero que permitieron que el título se jugara en la tanda de penaltis. En semifinales, Libia se deshizo de Zimbabue por 5-4 y, en la final, los del técnico vasco derrotaron a Ghana por 4-3.
Único título, cosechado de una manera histórica, para una selección que jamás participó en un Mundial, jamás jugó unos Juegos Olímpicos y sólo tomó parte en tres Copas de África en toda su historia.