No fue nada que no se haya visto en lo que va de campeonato. El Valladolid, con minutos de buen juego y autoridad, se puso 0-2 en Miranda y se acercaba a un Playoff que tenía muy de cara, pero no contaba con la reacción tardía de sus vecinos de comunidad autónoma, que sacaron un empate in extremis que tampoco les sirve de mucho.
El Valladolid empezó bien. Tal vez alentado por la numerosa afición que se desplazó hasta Anduva, los de Herrera empezaron a triangular bien y, en un campo en el que es difícil marcar, pronto hicieron el 0-1. Centro de Espinoza y remate inapelable a la red de José Arnaiz.
El Mirandés mejoró entonces, fundamentalmente con fútbol directo y juego duro, y el Valladolid se amilanó, con un centro del campo demasiado dado a jugar y poco ducho a la hora de contemporizar y mantener el resultado.
Con todo, los visitantes se encontraron con un regalo que De Tomás convertiría en el 0-2. Penalti sobre el delantero y amarilla para Roberto, que perdió los papeles y vio la segunda amonestación por pegar un balonazo con su equipo recriminándole la acción y hasta encarándose con él.
El 0-2 no cambió el decorado en la primera parte, con un Mirandés que siguió intentándolo y un Valladolid que no supo hacer patente su superioridad numérica.
Tras la reanudación, Eguaras recortó distancias de penalti y el equipo de Miranda se volcó sobre la portería de Becerra sin suerte. En los últimos instantes, los blanquivioletas pudieron matar a la contra, pero fallaron lo infallable tanto Álex López como Villar y José en doble ocasión. Los cambios defensivos de Herrera tampoco habían ayudado. El partido pedía la sentencia y no el contragolpe.
Tanto perdonar, en el último minuto de juego, el Valladolid acabaría crucificado con el empate. Centro sin peligro desde la izquierda que nadie defiende y que cómicamente Balbi se mete en propia puerta. 2-2 y a seguir peleando por un Playoff que parecía encarrilado y que ahora parece incluso complicado.