Era un duelo vital por la salvación y comenzó con un récord, el de la interrupción más larga para revisar una jugada desde que el VAR aterrizó en LaLiga. El Celta fue cuesta arriba, el Mallorca hacia abajo y sin frenos.
Venían los de Óscar de empatar contra el Barcelona y podían ampliar la espacio en la carrera por la salvación. Al final, el fútbol, con todos sus ingredientes, quiso que se apretara el zona baja de la tabla.
Ya hay cinco puntos de diferencia tras un duelo en que el De Burgos Bengoetxea fue protagonista con un penalti inexistente. Tales fueron las dudas que necesitó seis minutos para tomar una decisión.
Dani Rodríguez cayó y parece que exageró demasiado. Santi Mina no daba crédito y el Celta tuvo que sufrir el primer golpe después de que el colegiado señalara la pena máxima. Ya no había más que hacer y la polémica está servida sobre la mesa.
Manolo Reina también se puso el mono de trabajo, cerrándole cualquier paso a un Celta que se fue diluyendo y quedando sin aire. El Cucho apretó el nudo con un disparo ajustadísimo ante el que no se movió Rubén.
El castigo fue creciendo y Pozo volvió a encontrar el punto de un equipo gallego debilitado. Disparo seco y con la zurda donde más le duele a un portero. El deseo de recortar distancias no se hizo realidad y a los vestuarios se fue el Celta bañado con agua fría y el Mallorca dando saltos de alegría.
El colegiado quiso arreglar su error en el segundo tiempo porque el derribo de Pozo a Santi Mina tampoco fue para tanto. Ambos penaltis tenían poco o nada de argumentos para poner el balón desde los once metros.
Iago Aspas lo transformó para que luego se corriere el maquillaje porque Budimir puso el quinto con un disparo potente desde fuera del área. A partir de ahí, la segunda parte fue un mero trámite.
Bradaric lo intentó con un zapatazo que se estrelló en el muro de Manolo Reina y todo acabó con un Celta hecho 'sparring' y un Mallorca recibiendo dosis de fe y esperanzas. Quedan cinco finales por delante.