El Zaragoza se ha metido en problemas sin necesidad alguna. Llegaba como uno de los titantes al tramo final de Liga después del parón por la crisis del coronavirus y se ha convertido en un conjunto que no funciona. La caída ante el Oviedo fue la gota que colmó el vaso.
Los de Víctor Fernández suman cinco partidos seguidos sin ganar. Se han descoglado del ascenso directo, en el que la SD Huesca depende de sí misma para quedarse arriba y el Cádiz ya es inalcanzable. Se la juegan en dos jornadas o tendrán que hacer el 'play off'.
Pero lo peor no son los resultados, sino la imagen dada sobre el terreno de juego. En el choque ante los asturianos en casa, los jugadores se mostraron totalmente inefectivos. A la contra, les hacían muchísimo daño y acabaron calzándoles cuatro goles.
Ellos lograron dos, eso sí, pero cuando ya era demasiado tarde para que valieran de algo. Y no es la primera vez que esta sensación de apatía se da en casa. Desde que la pelota echó a rodar de nuevo, el Zaragoza no ha sumado ni una victoria en La Romareda.