Jugar contra el Arsenal en el Emirates Stadium es como someterse a una lenta tortura. Sobre todo si los 'gunners' son capaces de encarrilar pronto el partido.
Unai Emery dio una lección de fútbol, especialmente en el primer tiempo, a un Mauricio Sarri que se estrelló, que se dejó engañar y enmarañar por la tela de araña tejida por el técnico de Fuenterrabía.
Renunció el Arsenal a su clásica defensa de tres centrales para reforzar con un futbolista más su centro del campo, y la jugada le salió de diez.
El Arsenal dominó los primeros compases del partido, hasta tal punto que el Chelsea tardó varios minutos en pasar con el balón dominado del medio campo. Necesitó, de hecho, diez minutos para hilvanar su primera jugada de peligro.
Parecía que tras esa ocasión de peligro, que no acabó en remate a puerta (de hecho, el Chelsea se fue del Emirates con un único disparo entre los tres palos de Leno, además de un tiro a la madera), las fuerzas se equilibrarían, pero no.
El Arsenal se enrabietó y obligó a Kepa a dar lo mejor de sí mismo. El arquero español evitó males mayores, pero nada pudo hacer ante el vendaval al que le sometió el Arsenal.
Fue en el minuto 14 cuando el Arsenal logró inaugurar el marcador. Enlazó un córner con otro y, tras probar a sacar el último en corto, el balón le llegó a Lacazette dentro del área. Con su control dejó sentado a Pedro, con un amague de cadera, a Marcos Alonso, y con un disparo de diestra, a Kepa.
El delantero francés volvió a demostrar de qué pasta está hecho con este gol. Un durísimo disparo a quemarropa, directo a la escuadra del palo corto, imparable para un Kepa que demasiado había hecho hasta el momento.
El tanto espoleó al Chelsea, que vivió entonces sus mejores momentos, aunque iba por detrás en el marcador con entero merecimiento. Tuvo Pedro en sus botas el gol del empate, tras recibir un balón largo de David Luiz, pero el futbolista canario, aunque superó a Leno con la vaselina, no encontró puerta.
Entre Willian y Marcos Alonso sembraron el caos por la banda derecha del Arsenal. Bellerín se vio superado, desbordado por ellos, sin ningún compañero decidido a comprometer su posición por echar un cable al lateral.
Sin embargo, el Chelsea no lograría aprovechar esos minutos de flaqueza del Arsenal. Es más, fueron los 'gunners' quienes, con la complicidad de David Luiz, volvieron a cantar gol.
El segundo gol nació de un patadón del central brasileño en tres cuartos de cancha a Aaron Ramsey. El Arsenal botó la falta, la colgó al área, y el balón terminó en la frontal en los pies de un Sokratis que, como ya había hecho antes, había subido a rematar.
Le puso el balón a su compañero Koscielny en el corazón del área y el francés, pese a estar rodeado de cinco rivales, remató. Remató como pudo. Quiso darle con la cabeza, con un brusco giro de cuello, pero no. Le dio con el hombro,y el disparo le salió tan rematadamente mal que se coló por la escuadra de un Kepa que sólo acertó a pedir fuera de juego.
Pero no lo era. Koscielny estaba habilitado por David Luiz, quien de ese modo cerró el círculo de un minuto y medio para olvidar. Le quedaban cinco minutos al primer tiempo y el Chelsea, aunque de nuevo se envalentonó (fue cuando Marcos Alonso se topó con el palo), fue una vez más incapaz de hacer daño al Arsenal.
El segundo tiempo fue netamente distinto. El Arsenal fue más conservador, y se limitó a defenderse, eso sí, a la perfección, y a salir a la contra. El Chelsea, aunque dominaba el esférico y lo mareaba por la medular, no encontraba el modo de meterle mano al entramado defensivo de Emery.
Los minutos fueron pasando. El Chelsea chocaba una y otra vez con la zaga 'gunner', y el Arsenal trataba de sentenciar del todo un partido que tenía de cara con sus contragolpes.
Mediado el segundo tiempo, sin embargo, las sonrisas se tornaron en amargas muecas en el Emirates. Héctor Bellerín, en una jugada sin trascendencia ninguna, se lesionó la rodilla y tuvo que ser retirado en camilla.
El partido estuvo parado un tiempo y tardó en volver a coger ritmo, pero siguió el mismo guión, con el Chelsea atacando, pero sin prisa ni urgencia, como si el partido estuviera empate a cero y a ambos les valiese el resultado, y con el Arsenal viéndolas venir, sin sufrir en absoluto.
Y así transcurrieron, algo más perezosos que el resto, los minutos hasta que en el 96' Anthony Taylor dijo que ya era suficiente y que había llegado la hora de que se terminase un derbi de Londres con un primer tiempo precioso y un segundo bastante más denso y menos gustoso de ver.
Un derbi de Londres que deja a Arsenal y Chelsea apenas separados por tres puntos, y que amenaza con poner al rojo vivo la lucha por meterse en la Champions League del curso que viene, sobre todo ahora que el Manchester United ha renacido y parece decidido a dejar a alguien fuera.