Lo de que nunca se rinde resulta que es cierto. El Sevilla se jugaba este miércoles dejar casi sentenciado su pase a los octavos de final frente al, a priori, rival más cómodo del grupo: el Krasnodar. Sufrió de lo lindo, se repuso a mil adversidades y acabó con festejo una noche muy importante en su devenir europeo.
El equipo de Julen Lopetegui lo sabía y por ello salió dispuesto a dominar el encuentro frente a un conjunto ruso que se replegó en campo propio desde el pitido inicial para resistir las embestidas del conjunto de Nervión.
El primer cuarto de hora fue de una superioridad insultante y solo el buen hacer de Safonov a un trallazo de Ocampos, el VAR (que le 'quitó' un penalti al Sevilla) y un incomprensible fallo de Joan Jordán casi a puerta vacía evitaron que el equipo andaluz cogiera una ventaja tempranera.
Koundé le cuesta al Sevilla dos goles
Pese a los fallos, el gol parecía cuestión de tiempo y las sensaciones eran inmejorables, pero nadie se imaginaba que una siesta de dos minutos, con Jules Koundé como protagonista en el plano negativo, iba a poner el encuentro muy cuesta arriba al Sevilla.
El galo cometió una falta al límite en la frontal en el 16' que Suleymanov, con un sublime golpeo, transformó en el 0-1. Sin tiempo para reaccionar, el central cometió un torpe penalti sobre Berg que el propio ariete sueco convirtió en el 0-2 en el 21'.
Los dos goles fueron un auténtico mazazo que dejó al Sevilla noqueado durante un tiempo, pero el cuadro hispalense reaccionó por mediación de un Lopetegui que introdujo un doble cambio: Acuña y Óscar por Koundé y Escudero.
El Sevilla se volcó en busca de un gol que le metiera en el partido y el mismo llegó de la mano de un Rakitic que de cabeza puso el 1-2 al filo del descanso, pero la alegría no fue total para el Sevilla. Y es que en el último suspiro de la primera parte, Jesús Navas vio la tarjeta roja por derribar a Olsson cuando estaba dispuesto a encarar a Vaclík.
Dominio con diez
Con uno menos, la situación parecía muy complicada para un Sevilla que, sin embargo, salió como si nada en una segunda parte cuyo guion fue muy claro desde el primer minuto: dominio hispalense y el Krasnodar, a verlas venir.
Ocampos se puso al frente de las operaciones y comenzó a generar muchísimo peligro desde la banda derecha. Las incursiones del argentino eran un auténtico dolor de muelas para una zaga rusa que se encerraba y reculaba cada vez más.
Lopetegui agitó nuevamente el manzano y dio entrada en el 60' a Fernando, el ancla del equipo, y a En-Nesyri. Rakitic amenazó con un doblete en el 62', pero el larguero le amargó la noche. Sin embargo, el empate del Sevilla no tardó en llegar.
En el 69', la presión de De Jong sobre Pantaleao fue aprovechada por el casi recién entrado En-Nesyri, que robó el esférico y no perdonó en el mano a mano frente a Safonov para poner así el 2-2. El marroquí lo celebró por todo lo alto, pero poco después tendrían todavía más motivos para festejar.
La fiesta de En-Nesyri y la sombra de Diego Carlos
Y es que con la adrenalina recorriendo el cuerpo de los jugadores sevillistas, En-Nesyri aprovecharía un rechace tras una falta de Rakitic que acabó en el palo para, con su pierna derecha, conectar un remate que perforó la red rusa. 3-2 y locura en el banquillo de Lopetegui.
Con menos de 20 minutos para el final, el equipo ruso, con uno más y ahora obligado a buscar algo positivo, se fue hacia delante ante un Sevilla que, sin querer recular, dio un pasito atrás a causa del cansancio y sabiendo que lo más difícil estaba ya hecho.
En un último tramo de sufrimiento, la figura de Diego Carlos pareció para cortar cualquier intento de un Krasnodar que se estrelló contra el brasileño hasta que el colegiado, por fin, indicó el final de un choque que deja al Sevilla con siete puntos y sabiendo que, con un triunfo en la próxima jornada, casi asegurará su pase a las eliminatorias de la máxima competición continental.