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DE VAN DIJK, VIRGIL
Aunque el Liverpool de Jürgen Klopp será mayormente recordado por el 'tridente' formado por Roberto Firmino, Sadio Mané y Mohamed Salah, todos y cada uno de los éxitos cosechados por este equipo hasta la fecha carecen de sentido sin Virgil Van Dijk en la ecuación. Podríamos decir sin temor a equivocarnos que el neerlandés ha sido al conjunto de Anfield lo que fue Robert Lewandowski al Borussia Dortmund: la pieza que faltaba; el engranaje que daba sentido a todo. Los riesgos que tomó el conjunto británico para hacerse con él no fueron pocos.
En el verano de 2017, la Premier League inició una investigación tras las acusaciones del Southampton contra el Liverpool por haber "contactado ilegalmente" con el jugador. La entidad de Melwood dio rápidamente marcha atrás, pidiendo disculpas "ante cualquier malentendido" que pudiera haber habido. Michael Edwards se vio forzado a paralizar cualquier movimiento para fichar al futbolista de cara a la temporada 2017-2018 para evitar que el club fuese sancionado y mantener vivas las opciones de cumplir los deseos del entrenador y del propio jugador.
Seis meses después, en enero de 2018, Virgil Van Dijk se convertía en el defensa central más caro de la historia del fútbol mundial a cambio de 89.05 millones de euros. A fecha de hoy, solo el de Harry Maguire por el Manchester United lo supera, aunque ligeramente. Su aportación durante la segunda mitad de la temporada, aunque marginal, fue clave para certificar el objetivo de la cuarta plaza y, como bonus, alcanzar la primera de las tres finales de la Champions League que ha disputado el conjunto de Merseyside a las órdenes de Jürgen Klopp.
La temporada siguiente, en la que el Liverpool al fin conquistó la 'orejona' tras quedarse con la miel en los labios en el campeonato doméstico, los 'reds' dejaron su portería a cero el 50.98% de los 51 partidos (26) que Van Dijk disputó. Los mismos que jugó en la 2021-22, cuando esta cifra se disparó hasta el 56.86% (29), coincidiendo con sendos subcampeonatos en la Premier League y en Europa, aunque saldándose también con la conquista de la Carabao Cup y la FA Cup.
La gravísima lesión que le provocó Jordan Pickford en octubre de 2020, meses después de que los de Anfield Road se alzasen con su primer título doméstico en treinta años, provocó una verdadera 'sangría' en la zaga del Liverpool. Aun con Alisson Becker bajo palos, los 'reds' recibiendo al menos un gol el 60% de las veces. Más ilustrativo todavía fue el 75% de partidos encajando que registraron el curso siguiente, el de su 'vuelta a los ruedos', cuando solo se perdió doce encuentros. En líneas generales, Jürgen Klopp debe dar las gracias por contar a su lado con semejante 'bestia'. Sin él, su equipo apenas cuenta un 38.61% de porterías a cero, frente al 45.86% que ha protagonizado el 'Gigante de Breda'
La analítica avanzada también le avala. Según las métricas estadísticas de BeSoccer Pro, Virgil Van Dijk ha sido el mejor futbolista en su posición en cuanto a duelos aéreos con éxito, faltas cometidas, tarjetas amarillas recibidas y recuperaciones, aunque también en pases con éxito, por 90 minutos de juego en todas las competiciones oficiales que ha disputado desde su fichaje por el equipo británico. No anda lejos de los líderes en uno contra uno defensivos tampoco.
Su influencia en el sistema de juego de 'Kloppo' es tal que sus nuevos compañeros no dudaron en nombrarle tercer capitán y el club no tardó en ofrecerle un contrato de larga duración en 2021, el cual se extiende hasta 2025, al igual que hizo con Fabinho (2026), Alisson Becker (2027), Trent Alexander-Arnold (2025) y el capitán principal, Jordan Henderson (2025). Su amplia visión de juego, comprensión táctica, poderío físico, precisión en el pase y habilidad para alejar el peligro de su propia portería le han convertido en un candidato unánime a engrosar el Salón de la Fama de la Premier League en un futuro no muy lejano.
DE WANDA METROPOLITANO
La gran obra de 'Kloppo' quedó sublimada al este de Madrid, en el Wanda Metropolitano. El 1 de junio de 2019 cayó la sexta Liga de Campeones del Liverpool, la primera del técnico alemán. El 'Santo Grial' de una generación que merecía un título así para entrar en los anales del fútbol. También Klopp, que seguramente aquel día se liberó del estigma perdedor que tanto tiempo le había perseguido. No se sentó en el trono el equipo más preciosista, sino una máquina de machacar al rival. Ni un equipo que arrasó, pues concedió cuatro derrotas por el camino, ni el que se esperaba cuando cayó 3-0 en la ida de semifinales del Camp Nou -pese a completar un encuentro lleno de oportunidades-, pero que dejó boquiabierta a Europa con el 4-0 de la remontada. Una Champions 'made in Klopp', sin duda.
A excepción del Real Madrid, nunca un equipo en la historia del torneo había cosechado tantas derrotas en su camino a la final. Normal que en un par de ocasiones el abismo de la eliminación fuese real. En la última jornada de la fase de grupos, tras haber perdido los tres desplazamientos, un triunfo 'in extremis' ante el Nápoles permitió el agónico pase a octavos. En el imaginario 'red' siempre quedará aquella parada milagrosa de Alisson a Milik en el descuento que habría pinchado el globo. Y de sobras es conocido el espectacular 4-0 al Barcelona, sin Salah ni Firmino, pero con Wijnaldum y Origi en modo superhéroes, por no hablar de la increíble dosis de pillería de Alexander-Arnold.
Ése fue el Liverpool de la raza, la casta y el corazón, aunque por el camino también perpetró otros encuentros de dominio tiránico, como el 3-2 al Paris Saint-Germain, el 4-0 al Estrella Roja, el inolvidable 1-3 instigado por Sadio Mané a su actual equipo, el Bayern de Múnich, o la noche de diversión del tridente en Oporto (1-4).
Las estadísticas de aquel conjunto reflejan con coherencia esa maquinaria de protagonismo coral que supo crear Klopp. Su máximo goleador, Mohamed Salah, no pasó de las cinco dianas, pero hasta nueve jugadores distintos se repartieron aquellos 25 goles -Mané (4), Firmino (4), Origi (3), Wijnaldum (2), Van Dijk (2), Milner (2), Keïta y Sturridge-, y siete de ellos marcaron más de un tanto.
Fue un Liverpool que rozó los dos goles de media por encuentro (1.85) y que convertía sus partidos en duelos del viejo oeste, ya que encajó gol en siete de sus trece encuentros -para una media de 0.92 encajados por duelo- y que en aquella edición se convirtió en el equipo que menos tiros por partido necesitaba para marcar, con apenas seis.
Y aunque Salah fue el máximo artillero de Klopp, su fetiche ante la puerta rival, como vimos unas cuantas páginas atrás, fue Divock Origi. El héroe que selló la remontada ante el Barcelona promedió 1.24 goles por cada 90 minutos de juego y se convirtió en el mejor abrelatas 'red' (0.41), aunque la mejor ratio de goles para ganar el partido quedó en poder de Roberto Firmino (0.12). Otro de los que no se puede dejar de hablar en términos ofensivos es Trent Alexander-Arnold, arma poderosísima en el ala derecha y a balón parado: fue el máximo asistente (4), generó 0.98 pases clave por cada 90 minutos y se marcó 2.05 centros con éxito en la Champions League 2018-2019.
Toda esa potencia de fuego salió a la luz en la final del Metropolitano. No de forma tan contundente en el marcador (el 2-0 no llegó hasta el 87') como en la hoja estadística: 14 tiros (8 a puerta), 9 de ellos dentro del área; un 64% de posesión; y 408 pases precisos por 175 del Tottenham Hotspur. Puede que en ello tuviera que ver también el as en la manga de Pepijn Lijnders, flamante asistente de Jürgen Klopp, quien dispuso en la concentración previa en Marbella un amistoso secreto ante el Benfica B, cuyo dispositivo táctico se asemejaba sobremanera al de Mauricio Pochettino.
DE XENOFILIA
Jürgen Klopp abrazando a Sadio Mané. A Robert Lewandowski. A Thiago Alcántara. La imagen es recurrente en los últimos años; solo cambia el predicado. Ya hemos hablado de la particular relación que sabe granjear el entrenador germano con sus jugadores, con los que mantiene un aura de cercanía muy especial. Esa química, que podría ser más lógica con sus paisanos por cuestiones idiomáticas, ha sido una constante universal en sus plantillas. De hecho, podríamos decir que ha desarrollado una habilidad especial en la relación con los foráneos, y es que la mayoría de los que han pasado por sus manos han visto mejorado su rendimiento. Hay, cómo no, contadas excepciones, pero no hacen otra cosa que confirmar esa xenofílica regla de Klopp.
Pongamos orden. Para empezar, hablamos de 78 jugadores de nacionalidad diferente a la suya. 15 en el Mainz 05, 23 en el Borussia Dortmund y 30 en el Liverpool. Y partamos de nuestro mejor termómetro en ese sentido: el ELO, nuestro valor en BeSoccer Pro para ponderar el rendimiento de los jugadores. La primera pincelada es que sólo 22 de esos 78 futbolistas tenían un ELO inferior en su último partido bajo el paraguas de Klopp respecto al primero; tres mantuvieron el mismo valor y hasta 53 experimentaron mejoría, siempre según nuestras métricas.
Lo que no debe sorprender especialmente es que del 'Top 10' de jugadores con más ELO del alemán, nueve sean del Liverpool. Es más, todos ellos arrancarán la temporada 22-23 a sus órdenes a excepción de Georginio Wijnaldum. Robert Lewandowski es el único que se cuela. El polaco dejó planchados a todos los que componían el Borussia Dortmund cuando decidió irse al Bayern al acabar contrato en el 'prime' de su carrera -o, mejor dicho, cuando creíamos que lo era, porque luego llegó su arrebatador rendimiento de las últimas temporadas y subió el listón más aún-. Mané (94), Salah (94) y Robertson (93) copan el podio. Alisson (92) es el siguiente de la lista antes de que Lewandowski interrumpa el reinado 'red'. A partir de ahí, la relación la completan Van Dijk (91), Fabinho (88), Wijnaldum (86), Firmino (84) y Joel Matip (82).
Si técnicamente buscamos la respuesta a cuáles son los jugadores que más han mejorado tras ser modelados por Klopp, ahí nos tenemos que ir al Mainz 05. Allí agarró a Antonio da Silva, aquel mediapunta brasileño, con 42 de ELO, y en su último partido estaba en 78. No fue el único jugador que en ese plantel alcanzó el diferencial de 30 o más puntos, pues también llegó a paladearlo el ucraniano Voronin, que tuvo su techo en 67 y en la temporada 02-03 acabó siendo máximo goleador de Klopp y de la categoría en el Mainz 05 que logró el ascenso a la Bundesliga. El tercero en cuestión que más mejoró con el entrenador germano fue Robert Lewandowski, quien pasó de 67 a 91 puntos en cuestión de los cuatro años que compartieron equipo en Dortmund.
En las filas del Liverpool, son Andy Robertson y Neco Williams, dos laterales -se antoja sintomático, desde luego- los que más han crecido al abrigo de 'Kloppo'; +19 y +17, respectivamente. El escocés, de hecho, puede ser el fiel reflejo de lo que ha supuesto el alemán en Anfield: ha llevado a muchos futbolistas a su máximo rendimiento, los ha hecho crecer en el club y los ha revalorizado. Ahí queda el ejemplo de Coutinho, vendido al Barcelona en una operación que llegó a alcanzar los 135 millones, cuando había subido 10 puntos de ELO para colocarse en 91.
Y aunque no ha sido la norma, también en el debe de Klopp hay jugadores que se quedaron en la sombra y acabaron devaluándose. Es el caso claro de Xherdan Shaqiri, con un descenso de 22 puntos de ELO a su mando, o Simon Mignolet (-21). En un escalafón inferior nos encontramos a Dedé (-16) o Minamino (-11).
DE YOU'LL NEVER WALK ALONE
En páginas anteriores de este informe hablamos de la química. La que se crea entre las personas, concretamente. La que ha mantenido unido a Jürgen Klopp a sus clubes, aficionados y cuerpos técnicos a lo largo de los años frente a sueldos y presupuestos mucho más generosos que los que tenía a su disposición. En su caso, esa 'chispa' se ha tornado fidelidad en la mayoría de las ocasiones. Continuó en Maguncia tras el descenso, ignoró los 'cantos de sirena' procedentes de Múnich o Manchester y extendió su contrato hasta 2026 con el club que le ha dado todo lo que necesitaba para construir su proyecto deportivo en armonía y vivir su vida en paz.
Esta extensión de su vinculación con el Liverpool es también una forma de agradecimiento, pues, al fin y al cabo, en ningún otro lugar conoció Klopp fidelidad semejante a la de Anfield Road. Tanto en las buenas como en las no tan buenas, la afición 'red' ha estado a su lado. Resulta extraño que, después de tanto tiempo, no haya habido un solo ápice de duda por su parte respecto a la capacidad de 'Kloppo' para dirigir los designios de su equipo. El hashtag #KloppOut tiende a utilizarse en redes sociales con sarcasmo cuando los 'reds' caen derrotados tras un largo periodo invictos. Nada que ver con lo que sufrió Arsène Wenger, leyenda del Arsenal, en su etapa final en Londres.
La muerte de su madre, Elisabeth, en enero de 2021 a los 81 años de edad, supuso un punto de inflexión para Jürgen Klopp en su relación con su afición. Imposibilitado de asistir al funeral de la mujer que le dio la vida debido a las restricciones derivadas de la pandemia del coronavirus, la ciudad de Liverpool, así como los exteriores del estadio de Anfield, se llenaron de pancartas de apoyo al entrenador alemán. Todas ellas rezaban el mismo lema: "Jürgen, nunca caminarás solo". Fue, sin duda, un antes y un después.
El culmen de su idilio con los fieles 'scousers' llegó, no obstante, tras la amarga derrota frente al Real Madrid en la final de la pasada edición de la Champions League. Apenas una semana después, por si fuera poco, de volver a quedarse a un solo punto de llevarse la Premier League.
El sistema de creencias de Jürgen Klopp dio un vuelco absoluto cuando medio millón de personas se dieron cita en el Casco Antiguo de la ciudad para recibir a sus héroes tras una temporada a todas luces histórica pese a una semana final para el olvido. Aquellas escenas, adornadas por el humo de las bengalas, la lluvia infinita de confeti y los grandes éxitos de un Calvin Harris que no daba crédito a lo que estaba viendo, revelaron al técnico 'red' la verdadera razón de ser de aquel club; su club. El famoso lema, el 'Nunca caminarás solo', una suerte de 'Manque pierda' a lo grande, cobró vida delante de sus narices. Ahora todas las piezas de esta historia encajaban a la perfección.
"No hay un solo equipo en el mundo que pierda la final de la Champions League y, a la mañana siguiente, su afición le reciba con semejante actitud. Es absolutamente increíble. Éste es el mejor club del mundo; me da igual lo que piensen los demás", declaraba en plena 'rúa' un eufórico 'Kloppo'. Su amigo y técnico asistente, Pepijn Lijnders, describió de forma muy certera lo que se estaba viviendo a orillas del Mersey: "Sin duda, hay algo más importante que ganar: que la gente esté orgullosa de ti cuando pierdes. Esto es otro nivel".
Aunque pocos dudaban de ello, estas escenas no sólo confirmaron a la hinchada del Liverpool como una de las mejores del mundo y a Jürgen Klopp como uno de los técnicos más queridos de un club con 130 años de historia detrás. Colme o no las expectativas depositadas en su talento como entrenador -por no hablar de su sobresaliente plantilla- en los próximos años, lo que parece seguro es que contará con el apoyo incondicional de quienes se niegan a ver a nadie más dirigiendo los designios de su equipo.
DE ZORC, MICHAEL
No tendría sentido poner punto final a este informe sin analizar el impacto que ha tenido Michael Zorc no sólo en la carrera como técnico de Jürgen Klopp, sino en la historia reciente del Borussia Dortmund, equipo de su ciudad natal al que se ha dedicado en cuerpo y alma durante los últimos 41 años. Concretamente, desde que debutó en el primer equipo, en 1981, hasta que decidió abandonar su cargo como director deportivo de la entidad al finalizar la temporada 2021-2022. Un 'one club man' que llevó el éxito a su club tanto sobre el césped como en los despachos.
A sus 59 años, Zorc puede presumir de haber desarrollado una larga carrera como futbolista en Renania del Norte, disputando 463 partidos y marcando nada menos que 131 goles, pero ganando también dos Bundesligas, una Copa de Alemania, dos Supercopas nacionales y la única Champions League que luce en las vitrinas del museo de la entidad 'borusser', además de la extinta Copa Intercontinental. Una brillante trayectoria que arrancó a principios de la década de los 80, cuando se coronó campeón de Europa Sub 18 y campeón del mundo Sub 20 con su país, al que nunca representó, sin embargo, a nivel absoluto.
En 1998, tras colgar las botas a los 35 años, Michael Zorc vio premiados sus servicios al club con el puesto de máxima responsabilidad en el área deportiva. Todo fue medianamente bien hasta 2003, cuando, pese a la conquista de la Bundesliga en 2001, los resultados deportivos empezaron a flaquear. De luchar por el campeonato doméstico y jugar con regularidad la máxima competición continental, el Borussia Dortmund pasó a jugar la malograda Copa Intertoto y, de ahí, a los puestos medios de la tabla. Pero lo realmente preocupante era la situación económica del club.
En 2004, ante la incapacidad de pagar los salarios de los jugadores, el conjunto aurinegro recibió un préstamo por valor de dos millones de euros de su archienemigo y mayor rival: el Bayern de Múnich. Un préstamo sin intereses que daba buena cuenta del callejón sin salida en el que se encontraba la entidad, cuya deuda a finales de la década de los 2000 superaba los 250 millones de euros. La responsabilidad de Zorc era bastante clara: fichar barato y vender caro.
Esta situación no le era desconocida a Jürgen Klopp, que arribó a Dortmund cobrando lo mismo que en Maguncia, donde no andaban sobrados de dinero, precisamente. La diferencia era, claro está, que el Mainz 05 disputaba la Segunda División tras un descenso prácticamente inevitable. El técnico alemán entendió a la perfección en qué situación se encontraba el equipo y que tendría que arrimar el hombro. La figura de Zorc tampoco le era extraña, pues había trabajado con Christian Heidel durante muchos años. Ambos formaron una sólida sociedad de trabajo.
Poco a poco, y previa aprobación de Hans-Joachim Watzke, tesorero 'borusser', Michael Zorc fue proporcionándole a 'Kloppo' -en la medida de lo posible- lo que necesitaba para obtener resultados sobre el césped. Su trabajo resultó ser sobresaliente, como demuestran los fichajes de Neven Subotic, Felipe Santana, Mats Hummels, Lucas Barrios, Kevin Grosskreutz, Shinji Kagawa, Lucas Piszczeck o Robert Lewandowski, que apenas le costaron 20 millones de euros a la entidad en los primeros tres años de la era Klopp. Tiempo suficiente para volver a conquistar la Bundesliga.
A aquel título le seguirían un 'doblete' y cuatro nuevas participaciones en la Champions League, alcanzando la final en 2013. Todo ello gracias a una política económica y a una dirección técnicas prácticamente impecables pese a las pérdidas irreparables de Mario Götze o Robert Lewandowski. Puede que la inversión de los beneficios obtenidos no haya servido para conquistar la Bundesliga en la última década, pero sí un par de Copas de Alemania, amén de unos cimientos a los que Sebastian Kehl, expupilo de Klopp y fichaje del propio Zorc, espera sacar buen provecho. En sus manos está que los veinte años de trabajo de quien le contrató no caigan en saco roto.