Ocurrió en la primera mitad, cuando Portugal ganaba 0-1 y se veía en unos octavos de final que no acabó alcanzando. El juego se paró por un lance de partido y cuando se reanudó, las cámaras enfocaron a Gedson Fernandes.
Se pudo ver al futbolista con algo en su mano derecha y, cuando la realización mostró un plano más corto de él, descubrió que estaba sujetando un teléfono móvil que acababa de encontrar en el mismo césped.
Al ser una situación extraña, a Gedson no se le ocurrió otra cosa que dirigirse al árbitro para darle el teléfono, pero el colegiado no lo recogió y el futbolista continuó varios segundos más con el teléfono sin saber qué hacer.
Viendo que la única opción era desprenderse de él, acabó lanzándolo fuera del terreno de juego cuando se encontraba cerca de la línea de banda.