Esta Liga de 2020 se le escapa jornada a jornada a un Barcelona que está fundido. Lejos quedan las palabras de Quique Setién acerca del buen estado físico de los suyos. Eran otros tiempos, con buenas caras y el Barça líder, confiado y alejado de las polémicas y conjuras entre titulares, suplentes, Setién y Sarabia.
No se le puede negar al vigente campeón que está dejándose la piel para morir de pie. Pero parece que sus prestaciones actuales solo le dan precisamente para eso: para despedirse del cetro con honor.
Una vez más, el Barça lo dio todo y terminó exhausto, pero volvió a evidenciar los mismos errores de los últimos diez días. Tres empates en los últimos cuatro partidos, que hacen evidente el agotamiento de un ciclo que pide a gritos sangre nueva.
Ni con el viento a favor
En un mundo paralelo, el Barça hubiera ganado este partido. Se adelantó casi por equivocación. Sirvió un córner Leo Messi y Diego Costa se metió el balón en su propia portería en un impecable remate. Pero ni por esas. El Atleti no tardó en empatar en el primer despiste de un sobreexcitado Arturo Vidal.
Picó como un debutante el chileno, que le metió la pierna innecesariamente a un mayúsculo Carrasco, y no falló Saúl para hacer el 1-1. Sí lo hizo antes Diego Costa, que volvió a firmar un partido para olvidar en el Camp Nou. Por suerte para el atacante rojiblanco, Ter Stegen adelantó su pie diez centímetros un segundo antes de la cuenta.
El reinicio del partido restauró el guion inicial. El Atleti buscaba correr, el Barça se defendía con su ahora marca de la casa juego plomizo. Los azulgranas se pasaban el balón hasta que este le llegaba a Messi. Y el argentino trataba de hacerlo todo. Lanzamiento desde la frontal que rozó la escuadra, falta que tocó la barrera y casi sorprende a Oblak... Pero con lo que antes bastaba, ya no.
Con Carrasco percutiendo una y otra vez la banda de un Semedo tan inspirado en ataque como vago en defensa se llegó al descanso. Y tras la pausa, la polémica. El luso estuvo más rápido y listo que Felipe, que llegó tarde y rozó ligeramente al jugador del Barça. Escaso para ser penalti hace unos meses, pena máxima de manual en este nuevo VAR que nadie entiende.
Unos no quieren y otros no pueden
Messi aprovechó el lanzamiento para hacer su gol 700 y lo hizo como acostumbra cuando logra algo digno de pasar a la historia, a lo grande. 'Panenkazo' sobre Oblak y 2-1 para el Barça, que se reenganchaba por enésima vez a la Liga.
De nuevo hubiera sido suficiente para los azulgranas en otras ocasiones ante el Cholo, pero no en las condiciones actuales. Los rojiblancos, que prácticamente solo defendían, se encontraron con otro penalti para empatar sin casi atacar. Semedo estropeó lo que había conseguido en área rival y trabó a un Carrasco al que se le iba el balón a saque de portería. Saúl, con mucho más suspense que en la primera parte, superó a Ter Stegen para restablecer la igualdad.
Quedaba un mundo, pero a unos les faltó físico y a los otros ambición. El argentino, que no tendrá otra ocasión como esta para ganar en el Camp Nou, se preocupó más de salvaguardar el empate que de ganar. Enfrente, Setién dejó pudrirse en el banquillo a un Griezmann a quien incluso humilló con su entrada en pleno tiempo añadido. Tampoco recurrió esta vez a Ansu Fati: poco más de cinco minutos tuvo el canterano para convertirse en salvador.
El Barça fue incapaz de poner en apuros a Oblak al final. Pareció una reedición de aquella final por la Liga de 2014 que se llevaron los rojiblancos con el cabezazo de Godín.
Los últimos estertores del Barça llegaron de la mano de un Vidal atropellado en defensa y ataque, que fue la viva imagen de lo que es este Barça, un constante quiero y no puedo y el triste final al equipo que ha dominado con puño de hierro la Liga en la última década. El tan temido fin de ciclo ya llama a la vuelta de la esquina. Y no parece que Pjanic vaya a ser la solución.