Como buen productor de cine que es Enrique Cerezo, presidente del Atlético de Madrid, se puede explicar este encuentro con una frase que todos hemos dicho u oído. Esta película ya la he visto. O esta ya la habían echado antes en la tele.
Porque que el Atleti empate en Champions ante un equipo a priori inferior y con numerosas y estériles llegadas para, además, complicarse la vida es como 'Sálvame'. Aunque no se quiera, todo el mundo lo ha visto alguna vez.
Le pasó a los del Cholo en Rusia en esta misma edición, con un 1-1 que para nada hacía justicia a lo visto sobre el césped. Pero más grave fueron los dos empates ante el Qarabag de la temporada 2017-18, edición de la que se acabó despidiendo en la fase de grupos.
Este Atleti no es el que aspira a ganar la Liga. Al menos, no el de la segunda parte. Hay que diferenciar las dos caras de un equipo que recordó al o la pretendiente que termina perdiendo la ilusión. El día uno, flores y bombones. El dos, poemas de amor. El tres, cartitas llenas de pasión. Pero al vigésimo día sin respuesta, seguramente esté a otra cosa.
Así fue la energía de los rojiblancos. Hasta cinco ocasiones de gol tuvo en los primeros 12 minutos de fútbol.
En un inicio con un dominio absoluto, los de Simeone rozaron el gol con un remate al aire de Joao Félix, al que apenas se le vería más, en boca de gol; un tiro cruzado de Carrasco en el área; otra del belga cerca de la línea que salvó sin querer un defensa; un disparo de Correa que, cuando iba a gol, tropezó en el cuerpo de un zaguero rival; y por último, una buena mano de Guilherme a tiro de Llorente.
Como leen, hasta esta última no mencionamos al portero. Y es que hubo menos pólvora que acierto del meta.
La batería duró muy poco
Pero ahí pareció cansarse nuestro (o nuestra, claro) pretendiente de antes. Las flores pasaron a ser cardos y los bombones, insípidas raíces de algunos de esos brotes que tanto se comen ahora.
Se notó ese paso atrás en la intención hasta el descanso. La bola seguía siendo del Atléti, ayudado por la negación a tenerla del Lokomotiv, y el pitido final del primer tiempo llegó tras una serie de córneres sin aprovechar de los locales y alguna acción decente de Guilherme ante Llorente.
Pero si se intuía el enroque mental de lols futbolistas 'colchoneros' antes del descanso, la sensación se agrandó en el segundo acto. Lejos del inicio frenético del primero, diez minutos tardó el equipo del Cholo en inquietar a Guilherme, que hizo más que Saúl porque el disparo de este tuviera algo que ver con un tiro peligroso al no blocar una pelota mansa.
La posesión ya no pasaba de tres cuartos de campo. Intentó Simeone cambiar el ritmo con la entrada de Lemar y Hermoso por Llorente y Renan Lodi. El francés estuvo activo, pero con la misma fortuna desde que aterrizó en Madrid.
La ida, el Qarabag y la manida película de siempre iba haciéndose más grande en la mente de los 'colchoneros', que solo se alejaron de ese sentimiento con el gol anulado a Koke en el 68'. Recogió elr echace de Guilherme a tiro de Carrasco, pero estaba ligeramente adelantado.
En la recta final, el Lokomotiv se asomó con su primer tiro, sin peligro alguno a las manos de Oblak, y sobre todo con un enorme susto que se llevó el Atlético en el añadido, poco después de un cabezazo de Giménez que se fue muy cerca del palo, en lo que fue la mejor ocasión del segundo tiempo para los rojiblancos.
Oblak dejó sola la portería en un contragolpe de Krychowiak. Salió del área el meta, pero llegó tarde ante el ex sevillista, que buscó a Zé Luis en el área. Este nunca tuvo disparo pese a no haber portero y ahí murió el partido tras la buena reacción de la defensa.
Al final, el empate deja al Atlético con cinco puntos en cuatro jornadas y segundo, con dos más que su rival. Se vuelve a complicar la cosa con un empate inesperado, aunque el pase sigue dependiendo de un equipo al que se le notó mucho la ausencia de Luis Suárez, un actor con el que, posiblemente, la película habría sido bien distinta.