Parece mentira que el vigente campeón de la Premier esté ya a 22 puntos del Manchester City. Un rey siempre planta batalla antes de entregar su corona, pero lo de esta temporada está siendo un auténtico bochorno.
El equipo de Klopp ha pegado un bajón a gran escala. Los 'reds' ya no son ese equipo dominador y fiable en todas las facetas del juego. Y a esto hay que sumarle que Anfield ya no es un bastión inexpugnable. Su estadio parece que pasa por una terrible maldición.
El Liverpool había perdido cuatro partidos seguidos esta temporada en casa y ante el Chelsea firmó el quinto. Como si fuese una película de terror. Menuda pesadilla están viviendo los Salah, Firmino, Mané y compañía. Ninguno era capaz de generar peligro sobre la portería defendida por Mendy y eso es una losa.
Encima, Tuchel hizo un planteamiento inteligente que le salió a la perfección. Fue el que el Atlético plasmó en el Wanda en Champions, algo que sí que supieron sacar partido los pupilos del técnico alemán. Los balones en largo estaban haciendo bastante daño a los de Klopp y Werner se hinchó.
En una de esas acciones, el alemán recibió un pase maravilloso de Kanté desde su casa y abrió el marcador. Eso sí, Alisson le ayudó con una mala salida, habitual ya en él, y tuvo que darle gracias al VAR porque lo anuló por fuera de juego.
Se veía venir que en cualquier momento podía llegar el primero y al final ocurrió justo antes del descanso. Recuperación clave del Chelsea atrás, patadón en largo a Mount y el de Portsmouth se generó su espacio ante Fabinho para superar a Alisson.
El golpe ya estaba dado y Tuchel había conseguido lo que buscaba. Tenía una gran oportunidad para no dejar escapar su primera victoria a domicilio sobre Klopp, algo que acabó consiguiendo con mucho trabajo de sus chicos.
Tras la reanudación, el técnico del Liverpool intentó animar a los suyos y eso vino acompañado de buenos minutos, aunque al final fue todo un espejimo. Es verdad que el equipo estaba más fresco, pero se acercaba tímidamente a la portería de Mendy, que no se le recuerda ninguna parada.
El Chelsea se dedicó la segunda parte a controlar el juego, algo que hizo bastante bien. Sabía que tenía que esperar al rival atrás y en cualquier momento aprovechar una contra o un balón en largo para rematarlo.
Ziyech tuvo en sus botas en una gran acción el 0-2, pero Robertson sacó el balón bajo palos. Luego le tocó el turno a Werner, que obligó a Alisson a estar atento para mantener con vida a su equipo.
Y como ven, no hay nada que reseñar de los 'reds'. A Salah lo quitaron y Mané estuvo muy perdido al igual que Firmino. Ni los cambios le dieron otra cara a este Liverpool que patinó de nuevo en su estadio. El Chelsea demostró que con Tuchel es otro equipo y ya está cuarto. Es indestructible.