"Cuando no está de Dios", que dirían las abuelas, no está de Dios. El Málaga ofreció dos caras bien distintas en los 90 minutos, una que enamoró y otra que recuperó los malos presagios de hace algunas semanas.
La irregularidad es uno de los mayores peligros del fútbol, tanto para ti como para tu rival. Ontiveros, Juanpi, que tuvo las dos más claras del encuentro, o Jony de eso saben un rato y pasaron de divertir a la parroquia local a ganarse incluso algún silbido en la recta final.
Y es que los de Míchel, tras un arreón meritorio de los visitantes, dominó como hacía tiempo que no lo hacía. El Málaga recuperó la sonrisa a base de llegadas, descaro y unas ocasiones que terminaron por echarse de menos al final.
Aunque Adrián fue la excepción que confirma la regla. Su gol tras un saque de esquina provocado por una de las diabluras de Ontiveros le acerca un poco más a una aficion que quizá tiró de prejuicios meses atrás.
Pero este equipo no está para Copas. La suerte también juega, y especialmente, la dinámica. El segundo no llegó en la abundancia y la necesidad no lo trajo cuando quizá menos se merecía. Jony lo intenta, Juanpi quiere hacerlo y Ontiveros, además, sabe cómo y tienes las herramientas, pero la injusticia resultadista dejo la voluntad en nada.
Borja Bastón las tuvo, pero es el fiel reflejo de la situación. No le sale nada, la confianza le dijo adiós y solo el gol al Deportivo hace que aún no esté todo perdido con el '9'.
Arrasate supo sufrir en las malas y, ya en el segundo tiempo, jugó sus cartas a la perfección. El descanso frenó la alegría blanquiazul, que terminó de congelarse en la fría noche malacitana con el tanto de Elgezabal. Un gol que fue el signo que faltaba para que la ecuación soriana diese resultado positivo.
Aunque el éxito del Numancia terminó de fraguarse con los deméritos locales. Los nervios barrieron la buena onda de La Rosaleda, que vio cómo Juanpi fallaba completamente solo para terminar con las pocas uñas que quedaban en Martiricos, y los centros y balones al área con más intención que efectividad terminaron por mandar al Málaga, de nuevo, al rincón de pensar.
Y no es poco lo que tiene en mente: salir del descenso, mantener las buenas sensaciones mostradas en Liga y salvar una temporada donde, por mucho que se quiera, "no está de Dios".