A veces parece que no está, que acusa la fatiga. En ocasiones aparenta estar desconectado en algunos partidos, pero, si aparece, es letal. Leo Messi se encuentra en una nueva final de Copa, esta vez en el Benito Villamarín, y sus rivales ya le temen.
Y no es para menos. Será la novena final para él. En las ocho anteriores suma un total de seis goles, uno de ellos de bellísima factura, el que marcó en la temporada 2014-15 frente al Athletic.
En el Camp Nou, Messi recogió el balón muy cerca de la línea que delimita los dos campos. Con muchísimos metros por delante, decidió encarar a sus rivales y avanzar por la parte derecha del terreno de juego, sorteando a tres adversarios sin apenas tener espacio para regatear.
Al tercero que tuvo la valentía de hacerle frente también lo dribló con un simple recorte hacia adentro y, una vez en el interior del área, golpeó seco y abajo al palo del portero, Gorka Iraizoz, que no le dio tiempo a reaccionar.
Un auténtico golazo. Cuando el partido parece estar igualado, cuando puede caer para cualquier lado... Si el '10' quiere aparecer, puede decidir un título en cuestión de segundos. Aquel lo decidió él mismo a favor del Barça, que acabó levantándolo al vencer por 1-3, dos del rosarino.
Y esta vez está otra vez donde le gusta, a un paso de levantar una nueva Copa. El Benito Villamarín se vestirá sus mejores galas para recibir al argentino, que llega con hambre de títulos tras la dolorosa eliminación en Anfield. Su rival, el Valencia.