Conseguir un billete de vuelo hacia Europa está caro. En plena temporada alta, Valencia y Granada se dejaron todo sobre Los Cármenes, pero la vida sigue igual. Ambos tienen los mismos puntos y se quedan a tres de conseguir la plaza. Cuatro batallas quedan por delante.
Tanto Voro como Diego Martínez le hicieron un lavado de cara a sus equipos. Hubo 14 cambios en total, siete por equipo, con la intención de que no se notara el cansancio en los 90 minutos. El encuentro subió de temperatura en el tramo final y fue como la función que nunca quieres que acabe. Los 22 jugadores estaban enfocados en un mismo objetivo hasta que el colegiado les devolvió a la realidad, y la realidad es que todo acabó en un empate a dos con muchos ingredientes.
El Valencia comenzó con ganas de dominar y la batuta se le rompiófci. Machís fue un dolor de cabeza y hasta que no pasó la media hora no sonó el rock and roll. Cillessen metió la mano ante un potente cabezazo de Carlos y en ese momento comenzó el fuego cruzado.
El VAR, por supuesto, también tenía un papel reservado por un posible penalti de Mangala que no fue. El Granada tenía una ametralladora y y así lo confirman sus 15 disparos, a direncia de los cuatro del Valencia. La cosa está en la puntería de cada uno.
La primera parte dejó un sabor agridulce y fue en la segunda cuando todo pasó a ser pura miel, ese fútbol cargado de ansias. Pase en profundidad para Machís, el balón sale rebotado y por detrás llega Carlos para caer en el interior del área. El penalti de Coquelin fue más claro que el agua.
La alegría solo le duró dos minutos al Granada porque Manu Vallejo sacó un disparo cruzado de la nada ante el que poco pudo hacer Rui Silva, pero esto no había hecho más que comenzar.
Voro movió el banquillo, hizo los cinco cambios, y la pólvora explotó. Guedes, en uno de sus primeros balones, contestó al Granada con un bazoca como pierna y alejó el balón cerca de la escuadra. Remontada hecha.
El partido adoptó la capacidad de tener cualquier forma y el cuadro nazarí cosió una jugada de esas que se quedan en las videotecas. Carlos se la dejó a Soldado, este controló y voleó contra Cillesen, que no supo ni cómo paró tal zapatazo.
Fede Vico fue el que sonrió el último y mejor. Empató con un disparo que se coló por la barrera, incomprensiblemente, y no vio Cillessen. Parejo se fue con un cabreo considerable porque al Valencia se le escapó asomarse a Europa. Todo tiene un precio.