Arrancó el encuentro con un ritmo vertiginoso, donde Sergio Asenjo, preso de la histeria, salió a tierra de nadie para acabar reculando y derribando a Wass dentro del área. El colegiado sancionó falta fuera del área, firmando el primero de sus dos errores que, a la postre, resultaron determinantes.
Volcado sobre el área del Villarreal, el Celta de Vigo invitaba a un suculento banquete servido al contragolpe, donde Bacca se erigió como el más hambriento de La Cerámica. El delantero colombiano primero probó la madera y luego tumbó a Sergio Álvarez para empujar al fondo de las mallas un balón.
Abierto el melón, el carrusel de ocasiones no daba tregua a las hinchadas, que alternaban amagos de gol con lamentos, donde Sisto igualó un marcador en el que Carlos Bacca dejó otros dos zarpazos en cinco minutos de pájara gallega para finiquitar un encuentro que no tuvo segundo tiempo.
Tras la reanudación, los visitantes quisieron reaccionar, pero su ilusión se vio superada por la intensidad de un Villarreal que amenazaba con vehemencia al contragolpe, exhibiendo los colmillos ávidos de sangre para proteger el botín cosechado en la primera mitad.
Sólo un cúmulo de despropósitos pudo evitar movimientos en el marcador mayor al postrero gol de Castillejo, donde Calleja dio descanso a Bacca y Cheryshev ni pudo ni supo firmar su generosa actuación con una diana, estrellándose una y otra vez contra Sergio Álvarez y la madera.
Aunque los de Unzué lamentaron el penalti de Asenjo y el fuera de juego del colombiano en el 2-1, las facilidades defensivas del Celta de Vigo en La Cerámica le costaron el último billete hacia la Europa League, donde sí quiere estar un Villlarreal que está siendo el menos irregular de las últimas jornadas.