Lo primero es que, como no estén vivos los colegiados, en partidos que se jueguen tan tarde, el pitido final sonará pasada la medianoche. Pero ese es otro tema.
La gran jugada polémica del partido fue la patada de Lucas a Ramos, al final de la primera parte. El central blanco se tiró en plancha a rematar un balón, y el lateral francés metió el pie para despejarlo.
Y lo que despejó fue la nariz de Ramos, que dio gracias al cielo porque la patada se la pegó con la espinillera y no con la bota, porque el estropicio podría haber sido mayúsculo, pero ese no es el tema.
Fernández Borbalán consideró que Ramos fue muy abajo, y que Lucas no incurrió en ninguna ilegalidad, convirtiendo la patada en la cara en un lance de juego por arriesgarse a bajar tanto la cabeza.
Algunos ex colegiados defendieron a su colega, mientras que otros, la mayoría, consideró que la jugada debió ser castigada con penalti. Punto para el Madrid.
Otras jugadas polémicas fueron unas manos de Cristiano, Godín y Juanfran, por partida doble. Manos que en ningún caso fueron señaladas y que tras ver la repetición, hicieron bien en no serlo.
A lo sumo, una de Juanfran, en un salto con Casemiro, en el que golpea el balón con el antebrazo mientras pugna con el mediocentro brasileño por cabecearlo.
La tercera gran acción polémica fue el balonazo de Correa a Benzema con el juego parado. Una acción que debió sancionarse con amarilla (hubo quien pidió la roja directa), pero de la que el argentino se fue de rositas.
Rearbitrar un partido es harto complicado. Porque cualquier alteración de su continuidad afectaría completamente a los minutos restantes.
Así, aunque el Madrid se adelantase en la primera mitad mediante el penalti a Ramos, quizá se instalase en el conformismo y el Atleti reaccionase y remontase el partido. Fútbol-ficción en el que mejor no pensar.