Pocos entieden en Europa que una final de un torneo tan importante y prestigioso sea a doble partido. Y, tras este encuentro, esta corriente cuenta seguro con más adeptos en Sudamérica. Y es que el miedo a perder se impuso a las ansias de ganar.
Sobre todo en una primera parte para olvidar. Gremio buscaba la portería rival con el freno de mano echado y las reservas de no querer encajar. Lanús lo tenía claro, el autobús bien montado en su área y a rezar para no perder.
Aunque, curiosamente, fueron los argentinos los que gozaron de las mejores ocasiones de la primera mitad. Grohe le sacó dos muy claras a Román Martínez. La primera, tras un fuerte disparo de primeras; y la segunda con una parada a bocajarro tras un cabezazo en un saque de esquina.
Minutos antes del descanso llegó la polémica. Gremio reclamó al colegiado que reclamará el VAR para revisar una jugada que pudo acabar en penalti. Ramiro cayó dentro del área, pero el árbitro no quiso saber nada y pasó olímpicamente de las protestas locales.
Monólogo de Gremio.
Tras el descanso, el guion fue el mismo. Los brasileños dominaban a placer al encuentro y sólo era cuestión de tiempo y suerte que en alguna de sus ocasiones el balón acabara dentro. Un fortísimo disparo de Cortéz desde 35 metros casi sorprende a un Andrada que reaccionó bien para evitar el 1-0.
Los cambios sentaron bien a Gremio, que los gastó antes que Lanús hiciera alguno. Cícero, que entró sustituyendo a Jailson, aprovechó uno de los balones colgados para superar dentro del área y sin oposición a un Andrada al que sus compañeros dejaron vendido.
A partir de ahí, se acabó el fútbol. Lanús intentó dar un paso adelante en busca del empate, pero Gremio sacó a relucir el otro fútbol para impedirlo con el consentimiento del arbitral. Geromel le clavó los tacos a un jugador de Lanús tras una brutal entrada, y se fue increíblemente sin tarjeta.
Sin VAR ni árbitro.
El partido se convirtió casi en un combate. Podrían haber acabado expulsados un buen número de jugadores. Hasta varios penaltis podrían haber señalados, pero el árbitro prefirió no señalar nada y esperar a que terminara el encuentro.
Aguantó estoico las reclamaciones de ambos bandos, indignados por el arbitraje. El VAR podría haber tenido una de las noches más productivas de la historia, pero tras el polémico Lanús-River de semifinales parece claro que en la Conmebol son reacios a utilizarlo.
El partido acabó con 1-0, un millón de protestas y poco fútbol. El suficiente para que Gremio se acerque al título y al trono de campeón de América.