El BATE, que había comenzado regular el campeonato liguero, empezó a enderezarlo ante el Minsk en un partido que los visitantes no tuvieron demasiados problemas para dejar encarrilado.
El equipo bielorruso, habitual a la Champions en la última década, se fue en ventaja al descanso por 0-2, pero la mejor acción del partido llegó en el tercer tanto.
En un saque de esquina de la segunda parte, Pavel Nekhajchik buscó un golpeo cerrado, mientras todos sus compañeros de equipo y los rivales del Minsk se apiñaban en el primer palo.
El lanzamiento, muy cerrado, sorprendió al guardameta local, Artem Leonov, que no pudo hacer nada para evitar el tanto.
Un gol olímpico de bella factura que pone de manifiesto que, aunque el fútbol se haya detenido, no lo ha hecho para siempre.