'Die Mannschaft' se había ido al descanso con ventaja de dos goles. Öztunali, en el minuto 3, y Henrichs, en el 31', dieron ventaja a los alemanes. Este segundo, además, precedido de un bonito taconazo que hizo más bonito si cabe el gol.
21 de marzo de 2019
Pero Francia saltó al campo en el segundo tiempo con ganas de revertir la situación, y apenas tardó seis minutos en recortar distancias a los alemanes. El gol francés llegó de una forma del todo imprevista.
Se disponía Jonathan Ikoné a botar una falta lejana y escorada. Alemania esperaba un centro al área, y su portero, el prometedor Florian Muller, se colocó a tal efecto. Apenas dejó a un compañero en la barrera.
Pero Ikoné tenía otros planes. No es que le diera rematadamente mal y tuviera suerte, no. Pretendía hacer eso: ponerla en la escuadra del palo corto, donde Muller no iba a llegar.
21 de marzo de 2019
Dicho y hecho. El balón fue directo al ángulo y el cancerbero alemán, a quien el disparo le pilló desprevenido, apenas hizo nada para intentar maquillar el golazo con una estirada. ¿Para qué? Si es inalcanzable...