Gonçalo Paciencia, el heredero de una leyenda portuguesa

Gonçalo, con 22 años recién cumplidos, es un potente y técnico delantero que juega en el filial del Oporto y cuyo padre, Domingos Paciencia, está considerado como uno de los más reputados atacantes de la década de los 90 en Portugal.

"Hablé con él después del partido y estaba lógicamente contento. No se podía comenzar mejor. Es un sueño para él", explicó a EFE Paciencia padre, que ha entrenado al Braga, el Sporting de Lisboa y el Deportivo de la Coruña, entre otros.

A Domingos, hoy con 47 años, se le recuerda en su época de futbolista por su extraordinario sentido del oportunismo y su facilidad para encontrar posiciones de remate. En 313 partidos como profesional (282 con el Oporto y 50 con el Tenerife), anotó 112 goles.

Ese currículum podría abrumar al joven Gonçalo. Todo lo contrario, según se deduce de las palabras del emergente delantero. Cuando sumó su primer gol con la camiseta del equipo principal del Oporto, en enero del 2015, se apresuró a dedicárselo al progenitor: "Se lo dedico a mi padre por todo lo que representa para mí".

Mucho más corpulento que el padre (tiene 1,84 metros frente a 1,74 metros), Gonçalo Paciencia anotó anoche un tanto de clase.

Remató con la zurda desde la media luna del área un centro desde la izquierda de Bruno Fernandes, ajustado y con la fuerza suficiente para batir al argentino Gerónimo Rulli.

"Con el espacio que tenía, esperaba que él rematase. Y así lo hizo", aseguró entre risas Domingos, cuando recordó la jugada del primer gol portugués.

¿Qué diferencias había entre los dos? Domingos lo explica: "Él es más fuerte, más alto, yo era delgadito, y él es más un '9' fijo y yo era más móvil, aunque yo remataba con más agilidad. Él necesita más espacio. En el juego aéreo, él es superior".

El prolífico anotador Domingos suele dar el siguiente consejo a su hijo: "Dentro del área hay que ser egoísta a la hora de decidir. Primero se remata y marca y, después, se pregunta qué otras opciones había".

El tanto de anoche en Río de Janeiro tal vez haya sido el momento más alto de la carrera de Gonçalo Paciencia, un producto de la cantera del Oporto, a la que llegó desde que era un crío.

En la 2012-2013, empezó a jugar con el filial del Oporto en la Segunda División.

Dos temporadas más tarde, se estrenó en el equipo principal, el mismo en el que su padre forjó una leyenda.

Julen Lopetegui, hoy seleccionador español, le hizo debutar el 21 de enero del 2015 en un partido de Copa de la Liga ante el Braga (1-1).

Y el primer gol de Gonçalo llegó una semana más tarde en la misma competición, pero ante el Académica de Coimbra. Sumó el tercero de los cuatro goles de la victoria del Oporto (4-1).

Precisamente el Académica sería su destino siguiente, por cesión, en la temporada 2015-2016. Jugó mucho, 30 partidos, y anotó cuatro goles, insuficientes para salvar al club estudiantil, que bajó a segunda.

Su futuro dependerá en gran parte de su rendimiento en los Juegos. El jugador, cuya permanencia en el principal plantel del Oporto es una incógnita, tiene contrato hasta el 2019 y una cláusula de rescisión de 25 millones de euros.