La intensidad que se preveía en un encuentro que enfrentaba a uno de los candidatos por el título y a uno de los conjuntos que luchan por no descender se dejó ver en los primeros minutos con una ocasión clara en cada bando. Embarba fue el primero en intentarlo con un disparo lejano en el 2' que se marchó casi besando el palo izquierdo de Oblak. Por parte del Atlético, Correa avisó aprovechándose de los desajustes defensivos del Rayo.
Conscientes de que había mucho en juego, ambos equipos dieron un paso atrás ya pasado el primer cuarto de hora. El balón se empezó a mover más lento y ahí fueron los de Jémez quienes dominaron. Al Atlético le quemaba el balón en los pies y decidió abusar de los pases en largo debido a la presión del Rayo, que ganó en intensidad a los rojiblancos en todo momento.
Creando mucho peligro a la contra, el conjunto Vallecano llevaba la batuta. Las subidas por la banda de Bebé eran constantes y ponían en problemas a la defensa rojiblanca. El Atlético veía por momentos que su solidez se resquebrajaba por la desconexión entre la línea del centro del campo y los delanteros.
El árbitro señaló el paso por vestuarios entre tímidos silbidos que recriminaban a Vietto y Óliver sus desacertadas decisiones desde el comienzo del partido. La sensaciones de los jugadores eran claras: en el Rayo confiaban que los tres puntos serían posibles y los rojiblancos se marcharon cabizbajos.
La solución llegó desde el banquillo.
El 'Mono' Burgos -sustituto de Simeone debido a su sanción- movió el banquillo al inicio de la segunda mitad buscando un lavado de cara del Atlético. Koke, Torres y Griezmann fueron los tres pesos pesados que se unieron a la batalla por los tres puntos. Además de un cansado Gabi, los sacrificados fueron los 'señalados' por la afición: Vietto y Óliver.
Los cambios no tardaron en dar su fruto, ya que la inauguración del marcador llegaría de la mano de Griezmann cuando se habían cumplido tan solo 32 segundos de su entrada al campo. El 'Principito' se hizo con un balón en la frontal del área y soltó un zapatazo en carrera que hizo inservible la posterior estirada de Juan Carlos.
Pese a haber encajado y ver el camino cuesta arriba, el Rayo no se amilanó en ningun momento y siguió nadando a contracorriente. Su dominio era total con el paso de los minutos y Oblak tuvo que sacar su traje de superhéroe para salvar en varias ocasiones a su equipo. Los últimos minutos fueron un verdadero tormento para los rojiblancos, que en algunos momentos se vieron con los 11 jugadores en su propia área.
Pero todo sufrimiento tiene recompensa y, a pesar de que los de Jémez no se merecieron irse con las manos vacías, el único que movió el marcador fue Griezmann. La estrella francesa volvió a brillar para que el Atlético pudiera seguir en la lucha por el título de una Liga en la que, por otra parte, debería permanecer el Rayo de Jémez por, entre otras cosas, partidos como este.