Sorprendió Zinedine Zidane con las alineaciones titulares, formando por primera vez este verano con Sergio Ramos, Raphael Varane y Éder Militao en el centro de la zaga. El francés apostó por el 3-5-2 con Casemiro como pivote junto a Toni Kroos e Isco en la medular. Una probatura más en su búsqueda particular por el equilibrio blanco.
Pizarra atrás, el Real Madrid arrancó el duelo con mayor ímpetu y frescura de lo que venía acostumbrando esta pretemporada. Una puesta en escena que sirvió, al menos, para templar las embestidas de un RB Salzburgo que ya suma dos jornadas de Liga en Austria y demostró un mayor rodaje en el arranque.
La presión alta del equipo local dificultaba la salida de balón de los visitantes, que trataban de ajustarse al nuevo esquema en el que Dani Carvajal y Marcelo partían como carrileros, más adelantados y sin tantos compromisos defensivos como venían acostumbrados en el pasado reciente.
Merced al paso de los minutos, el Real Madrid se fue gustando y Eden Hazard y Karim Benzema continuaban alimentando esa sociedad que, sin pragmatismo, había despertado ilusión en una parroquia hundida por la herencia emocional que ha transmitido este equipo en EE.UU.
No se habían cumplido los primeros 20 minutos, cuando el belga dejó su primera huella en la historia blanca. Hazard recibió escorado en la izquierda, trazó una diagonal hacia dentro y batió a Stankovic con un latigazo cruzado. La jugada de Eden de toda la vida, por la que el Madrid pagó al Chelsea.
El estreno goleador de Hazard disparó la ilusión de un madridismo necesitado de héroes. Apenas un destello de calidad dejó ver todo lo que atesora, dibujando en el imaginario 'merengue' un futuro prometedor que, hasta la fecha, solo se le presume a un belga que, eso sí, poco a poco va cogiendo el ritmo.
Durante el paso por vestuarios, el Real Madrid perdió a Casemiro. Zinedine Zidane le dio descanso al centrocampista, que adelantó una semana su regreso de las vacaciones tras ganar la Copa América con Brasil. Sin su tapón, el equipo blanco se convirtió de nuevo en una verbena.
La sustitución del brasileño coincidió con un carrusel de cambios en el RB Salzburgo que viraron el sino del encuentro. Sin la solidez con la que fraguaron los mejores minutos del verano, la realidad eclipsó el fogonazo de Hazard y de nuevo la sensación de fragilidad se apoderó de los de Zidane.
Pese al correcalles, el francés mantuvo su apuesta por el esquema y el 3-5-2 no se modificó con la entrada de otros actores. El Real Madrid fue de más a menos, diluyéndose en sus propios errores comunes, cerró su primer partido de la pretemporada sin encajar y Hazard le dio alas al madridismo, como loco por enamorarse cualquier noche de verano.