Si a Hirving Lozano le hubieran dicho hace un año que esta iba a ser su situación, seguramente no se lo habría creído. Y es que llegó por 40 millones desde el PSV Eindhoven a petición de Carlo Ancelotti, pero de golpe y porrazo se vio sin el de Reggiolo y con un Gennaro Gattuso que no le podía ni ver.
A 'Ringio' no le había entrado por los ojos Lozano, al que le costó horrores adaptarse. No estaba nada fino y recibía la crítica del público y la prensa. De primeras se fue a la grada y apenas tuvo minutos hasta la vuelta del fútbol tras la primera ola de la pandemia.
Precisamente ahí fue donde empezaron a cambiar las cosas para él. Entrando desde el banquillo, el extremo empezó a aportar con un par de goles y una frescura que se necesitaba mucho en el Nápoles. A Gattuso le convenció y le dio algunas titularidades antes de acabar la Liga.
Con esa semilla plantada, Lozano volvió en pretemporada decidido. Conversó personalmente con Gattuso, como reconoció él, y se ganó el favor del técnico, que esta temporada le ha dado las llaves del extremo del Nápoles, con el que está sacando su gran versión goleadora.
Es ese olfato y esa verticalidad lo que le había llevado al Nápoles. En dos temporadas con el PSV había marcado 40 goles, y una vez ha logrado adaptarse al fútbol italiano, ha encontrado el camino para repetir números con la camiseta partenopea.
Frente al Hellas Verona, Lozano consiguió su gol número once de la temporada. Además, era el tercero más rápido en la historia de la Serie A al lograr marcar a los nueve segundos. Un hito que sigue hablando de su metamorfosis en cuestión de un año. Gattuso, mientras, se deshacía en elogios en sala de prensa.