Los fans de la excolonia británica -que cuenta con selección propia pero comparte himno con el resto de China- retaron la advertencia de la Federación Internacional de Fútbol (FIFA), que amenazó con "sanciones más severas" si se repetían los pitos de los últimos partidos.
El estadio del populoso barrio de Mong Kok en Hong Kong se convirtió en una marea roja de aficionados locales. Los seguidores acudieron con pancartas en las que podía leerse "Hong Kong no es China" y con la onomatopeya "Booo" en señal de protesta contra la selección forastera.
Los abucheos fueron dirigidos a la escasa afición china que acudió al encuentro, unos 500 espectadores, a los jugadores rivales y al himno, aunque la pitada fue menos intensa que en ocasiones anteriores.
Un nuevo castigo de la FIFA por la postura adoptada por la afición podría implicar penalizaciones de puntos al equipo local o que el próximo encuentro tenga que celebrarse a puerta cerrada.
A menos de dos semanas del encuentro de hoy, el Gobierno de Hong Kong resolvió mover la ubicación del partido del Estadio de Hong Kong, con capacidad para 40.000 personas, al campo de Mong Kong que cuenta con 6.500 asientos.
Si bien fuentes oficiales señalaron que el motivo del cambio de escenario se debía al estado del césped, voces críticas vieron esta decisión un castigo por los abucheos al himno nacional.
Ambas aficiones, custodiadas por un despliegue policial de 1.200 agentes, fueron ubicadas en zonas separadas de las gradas durante todo el encuentro.
La FIFA sancionó con 5.000 francos suizos a la Federación de Fútbol de Hong Kong (HKFA) por el encuentro clasificatorio para el Mundial disputado entre Hong Kong y Catar el pasado 8 de septiembre.
"La Marcha de los Voluntarios", el himno oficial de China, pasó a ser también el de Hong Kong tras el traspaso de la colonia británica a China en 1997.
Las pitadas al himno chino en los partidos de fútbol en Hong Kong se han venido repitiendo en numerosas ocasiones en los últimos meses.
Las relaciones entre Hong Kong y la parte continental han empeorado de manera constante en los últimos años, alcanzando un momento cumbre durante las protestas democráticas que tuvieron lugar a finales de 2014.
Tras el final de esas protestas, las tensiones siguieron en la calle, quedando reflejadas en numerosas concentraciones contra la ingente cantidad de turistas chinos que visitan la ciudad y contra los elementos de centralización de poder en torno al gobierno de Pekín.