Se enfrentaban el Atlanta el Raval y el Poble Sec, un partido del Grupo XVII de la Cuarta División Catalana. Lo arbitraba el colegiado Francisco Moraleda Santos.
Ganaba Poble Sec por 0-2, y entonces decidió suspenderlo el señor Moraleda. Que se suspenda un partido en esas categorías es hasta normal.
Si un árbitro se siente intimidado por los jugadores, algo que, por desgracia, ocurre a menudo, suele marcharse a los vestuarios y el partido quedar suspendido de inmediato.
Pero no fue el caso. Los jugadores no lo entendieron, y el árbitro se lo explicó. Si se jugaba hasta el final, llegaría tarde a un concierto.
Lo curioso del caso es que el club que denunció no fue el Atlanta, sino el Poble Sec, al que menos perjudicaba la suspensión del encuentro (igual de habitual es que si se suspende un partido, éste quede resuelto y concluido).
"Las razones expuestas por el colegiado para decidir la suspensión no son ciertas (...) el colegiado decidió suspender el partido porque, según sus propias palabras, si no lo hacía llegaba tarde a un concierto", escribió el Poble Sec a la Federación Catalana de Fútbol.
El colegiado se expone a una sanción de entre un mes y un año de inhabilitación, pues el expediente disciplinario que se le ha abierto considera esta acción como grave.
Ahora la pelota está en su tejado. Tiene un par de días para presentar sus alegaciones y demostrar que el Poble Sec no se ha ceñido a la realidad.