Su historia la relata la serie 'Apache', de Netflix, el biopic de Carlos Tévez. El nombre de Darío Coronel en la serie es Danilo Sánchez, y su apodo es 'Uruguayo'.
En realidad le llamaban o bien 'Guacho', por ser huérfano, o 'Cabañas', por su parecido con el ex delantero paraguayo de Boca Roberto Cabañas.
Darío y Carlos crecieron juntos en el Nudo 1 del Barrio Ejército de los Andes, conocido como 'Fuerte Apache' (y de ahí el apodo de Tévez). Formaron parte de una generación espectacular de futbolistas (la generación del '84) que brilló en Santa Clara y All Boys.
Juntos fueron a hacer una prueba a Vélez, pero solo Darío la pasó. Carlitos, rechazado, no se dio por vencido, y probó en Boca. Ahí sus vidas se separaron.
Darío "apuntaba a la Selección", como decían sus entrenadores. Hasta prometía más que Tévez. Pero su adolescencia fue su perdición. Empezó a juntarse con gente que no le convenía en absoluto y entró en una espiral de mala vida que acabó de la peor manera posible.
El alcohol y las drogas irrumpieron en su vida. En Vélez aseguraban que olía a marihuana cuando iba a entrenar. Que tras un encontronazo con un jugador mayor que él se fue a casa y volvió a buscarle revólver en mano. Empezó a robar para costearse su nueva vida de vicios, y su club acabó por darse por vencido.
August 21, 2019
Tras un supuesto hurto a sus propios compañeros, Vélez le dio de baja. El fútbol podría haber sido su tabla de salvación, y sin él, cayó de lleno en la delincuencia.
Se convirtió en el líder de una violenta banda del Fuerte Apache, con un largo historial de robos a bancos y bingos. Pero también asesinatos. La suerte le sonrió, hasta que le dio la espalda.
Tenía solo 17 años cuando con su banda atracaron el bingo de Ciudadela. El robo no salió como estaba previsto y no hubo tiempo para huir en condiciones. La policía les persiguió hasta el Fuerte Apache, donde ellos esperaban darles esquinazo por sus innumerables callejones.
No ocurrió. Fueron rodeados. Darío ayudó a algunos de sus compañeros a saltar una tapia para huir, y él, sin escapatoria, tomó la salida fácil. Cogió su revólver y se disparó en la cabeza.
La policía de Buenos Aires le tenía en el punto de mira. Había asesinado a un agente tiempo atrás y no iban a ser clementes con él cuando le atrapasen. Darío se voló la tapa de los sesos mientras su amigo de la infancia, Carlos Tévez, jugaba en Mundial Sub 17 en Trinidad y Tobago.