Uno de los alicientes de la final de la Copa de la Liga entre el PSG y el Olympique de Lyon tenía nombre y apellido: Mauro Icardi. Tuchel confió en él en punta para que hiciera de Mbappé. El francés estaba lesionado y su compañero no fue capaz de igualar su capacidad ofensiva.
La carga del ataque cayó en Neymar y Verratti. El brasileño estuvo soberbio, como de costumbre, y bailó samba para marear a sus rivales. También puso algún que otro pase de mucha calidad, como uno que dejó totalmente solo a Di María en un contragolpe. El centrocampista desatascó la zona medular.
Pero no había noticias del argentino. Su única jugada de peligro generada acabó en fuera de juego. Puede que el motivo de que no estuviera fino residiera en lo físico. Tras ser sustituido por Pablo Sarabia -que marcó el gol de la victoria en la tanda de penaltis-, le aplicaron hielo en el muslo.
Esta misión fallida no le quita mérito a la buena temporada de Icardi. En 33 encuentros de los que fue titular en 25, firmó 20 goles y dio tres asistencias. Se trata de unos números más que suficientes para ser importante en el PSG, y más en su primera campaña en Francia de toda su carrera.