El Oporto se presentó en Turín con una misión: remontar el 0-2 de Do Dragao. No iba a ser una misión sencilla, que se tornó en imposible cuando se volvió a quedar con diez, como en la ida.
La Juventus dejó la iniciativa al Oporto. No había prisa ninguna, y esperando atrás, podría llegar el error del rival. Cuando el ímpetu inicial pasó, la Juve empezó a dominar.
Se empezó a acercar con peligro sobre la meta de Casillas, quien tuvo que realizar pocas intervenciones hasta la jugada que marcó el devenir del encuentro.
La historia es cíclica, decían algunos en el pasado. Hoy, en Turín, la historia se repitió, más o menos. Esta vez fue por una jugada embarullada en el área.
Cabezazo de Dybala que tapa Casillas a la salida de un córner. El balón cae a Higuaín, quien remata a placer, ante Maxi Pereira, quien se tira con todo para tapar el disparo.
Y con todo es, literalmente, con todo. Manos incluidas. Y paradón. El árbitro lo ve. Higuaín lo pide. Pereira lo que pide es clemencia. Una clemencia que Hategan no tuvo. Roja directa y penalti.
Lo tiró Dybala, engañando a Casillas, y gol. La eliminatoria se acabó ahí para el Oporto.
Nuno trató de corregir el desaguisado en el descanso. Jugó con defensa de tres toda la segunda parte, pero ahora la Juve no iba a dar opción a su rival.
No hizo sangre, porque sus delanteros no estuvieron finos de cara a puerta, pero la segunda parte sólo tuvo un color. Dos, técnicamente, el 'bianconero' de la Juventus.
La entrada de jóvenes futbolistas como Diogo Jota dieron algo de aire al Oporto. El incombustible Tiquinho Soares tuvo una clarísima, en un mano a mano con Buffon que se fue desviado. Jota la tuvo algo más tarde, pero su 'picadita' tampoco fue gol.
Dos tarjetas rojas han sentenciado a este Oporto, que tuvo más corazón que cabeza hoy, y lo pagó con la eliminación. Por su parte, la Juve sigue sin saber lo que es perder en su estadio en toda la temporada, razón más que suficiente para soñar, por qué no, con alzar la 'Orejona'.