Los que esperaban a encontrar al primer goleador de la temporada se quedaron esperando. Al menos en el primer encuentro. Empezó, por decir de algún modo, la competición. Pero no fue una fiesta, sino un simulacro. Puso ganas el Girona y un cerrojo el Valladolid; nadie se acordó de echarse los goles al bolsillo.
Moralmente, los de Eusebio ganaron en imagen. Los pucelanos, por su parte, pueden darle un valor edulcorado a puntuar fuera de casa el primer día de clase.
El Girona ya no lleva el sello Machín. Se acabaron los tres centrales, está el método diésel de Eusebio. Le cuesta arrancar las temporadas al vallisoletano y hacer que los suyos jueguen bien. Algo así fue el inicio. Con buenos propósitos, poca puntería y remalazos individuales.
La palma se la llevó Porro. El joven lateral de los gerundenses fue de lo más activo en la primera mitad. Llegó todo lo que pudo y más hasta la línea de fondo en la primera mitad. Dio buenos centros y, más allá de las guasas con su apellido, lo realmente importante es que se ve un buen proyecto de jugador.
Pero a quien echó más de menos el Girona fue a Stuani y a Portu. La puntería del uruguayo, el desequilibrio de su 'crack'. En un partido sin ocasiones muy claras, a los 66 minutos el charrúa entró en buena posición por el área, pero cruzó en demasía su disparo. Como Granell sí anduvo fino, le dio para crear. Aunque faltara la guinda del triunfo.
No hubo manera de percutir
El partido sin goles reveló dos actitudes diferentes. El Valladolid, muy precavido en su debut, fue conformándose con el punto demasiado pronto. Prácticamente renunció al ataque para reforzar su parcela. Con seis debutantes en el regreso a la élite, casi se podía entender.
Las opciones de los de Sergio Fernández prácticamente se agotaron con un tiro de Rubén Alcaraz cerca de la media hora que obligó a Bono a tirar de reflejos.
El Girona, como equipo local, necesitaba exponer más. Por eso el choque acabó con los catalanes merodeando continuamente las inmediaciones de Masip. A tres para el final, a Borja se le quedó un balón suelto en buena posición, si bien su tiro salió repelido por la zaga blanquivoleta, muy atenta en Montilivi.
Y en el último de los tres minutos de prolongación hubo un final épico nonato: el balón para la entrada de Portu se disponía a dejar la foto del menudo atacante rematando en semivolea, pero no llegó a conectar el remate y ahí se murió el inicio de fogueo de la competición.